El tren de los recuerdos



Camila viajaba en el tren con el corazón apesadumbrado. Hacía pocos días había perdido a su novio, Martín, en un trágico accidente.

La pena no la abandonaba, y cada paisaje que veía por la ventanilla del tren le recordaba los momentos felices que había compartido con él. De repente, una luz tenue iluminó el vagón, y ante sus ojos apareció la figura de Martín, sonriente y radiante. Camila parpadeó varias veces, sin poder creer lo que veía.

-Martín, ¿eres tú? –preguntó, con un nudo en la garganta. -Sí, soy yo, Cami. No llores, por favor. Estoy aquí para alegrarte el camino. -Pero, ¿cómo es posible? -No lo sé, amor, pero debes saber que siempre estaré contigo.

Aunque no pueda abrazarte físicamente, mi amor por ti sigue vivo. Camila abrazó la ilusión de Martín, sabiendo que era un regalo del destino.

El tren continuó su trayecto y Camila se dio cuenta de que la presencia de Martín le traía consuelo y esperanza.

Juntos, recordaron los momentos más felices que habían vivido, y Martín le recordó a Camila lo valiente y fuerte que era. -Cami, sé que duele, pero debes seguir adelante. Tienes tanto por dar y tantas personas que te aman.

No dejes que mi ausencia te detenga. -Tienes razón, Martín. Te prometo que intentaré seguir adelante. Gracias por aparecerte en mi camino. Te extraño tanto. -Y yo a ti, Cami. Pero siempre estaré en tu corazón.

Con aquellas palabras, la ilusión de Martín se desvaneció, dejando a Camila con una sensación de paz y determinación.

A medida que el tren se acercaba a su destino, Camila sabía que llevaría consigo el amor de Martín y que, aunque ya no estuviera físicamente a su lado, su presencia perduraría en cada paso que diera.

FIN.

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