El Tridente de los Dragones
Había una vez, en un reino lejano, un lugar donde los dragones y los dioses convivían en armonía. Este reino, conocido como Aqua Draconis, estaba rodeado de mar, y cada año, las lluvias llegaban para alimentar sus verdes praderas y dar alegría a sus habitantes: los dragones.
Un día, una pequeña dragona llamada Aria miraba desde lo alto de una montaña. Ella siempre había soñado con conocer el océano, pero su madre le advertía: "Aria, ten cuidado. El mar es vasto y misterioso."
Pero la curiosidad de Aria era más fuerte. Decidida, un día decidió despertar al viejo y sabio dragón de las tormentas, Dragomir, quien siempre contaba historias de aventuras.
"Dragomir, ¿podrías mostrarme el océano?" -preguntó con emoción.
"Por supuesto, pequeña, pero no olvides que en el fondo del océano, hay un tridente mágico que mantiene el equilibrio del reino. Sin él, la lluvia no caerá y el mar se secará." -le advirtió.
Aria asintió, intrigada.
Después de volar durante un buen rato, la pequeña dragona llegó a la costa. Allí, se encontró con la inmensidad del océano y un destello en el agua que la atraía como un imán.
"¡Wow!" -exclamó.
De repente, las olas comenzaron a moverse de manera extraña y una figura emergió. Era Poseidón, el dios del mar, con su tridente brillante.
"¿Qué haces aquí, pequeña dragona?" -le preguntó con voz profunda.
"Quiero ver el océano y aprender de su belleza, señor Poseidón!" -respondió Aria, emocionada.
Poseidón sonrió y le explicó:
"El océano guarda secretos que solo se revelan a quienes tienen valor y corazón puro. Pero ten cuidado, con la llegada de la sequía, el tridente se ha vuelto un objeto muy valioso. Algunos quieren robarlo."
Aria, al escuchar eso, decidió que ayudaría a proteger el tridente.
"¿Cómo puedo ayudar?" -preguntó con determinación.
Poseidón le enseñó a crear nubes y a llamar a la lluvia con su magia, y juntos, se prepararon para enfrentar a aquellos que querían robar el tridente. Al caer la tarde, un viento fuerte comenzó a soplar. Aparecieron unas criaturas malvadas, las Sombracuentos, que querían robarle el tridente a Poseidón.
"¡Entreguen el tridente!" -gritaron las Sombracuentos.
"¡Nunca!" -dijo Poseidón.
Aria, aunque era pequeña, no se dejó intimidar.
"¡No, ustedes no podrán llevarse nada!" -gritó con valentía.
Las Sombracuentos se rieron.
"¿Y qué puede hacer una pequeña dragona?"
"¡Puedo crear lluvia!" -gritó Aria, y de repente, las nubes comenzaron a brillar y a llover.
La lluvia llenó el océano de vida y las Sombracuentos se asustaron.
"¡Nuestra magia se debilita!" -gritaron mientras comenzaban a retroceder.
Con el poder de su bondad y valentía, Aria logró que las Sombracuentos se desvanecieran en la tormenta. Poseidón la miró orgulloso.
"Has demostrado ser valiente. El océano te necesita, Aria. Tu amistad con la naturaleza es poderosa."
Aria se sintió feliz y comprendió que, al igual que el tridente, cada uno tiene su lugar en el equilibrio del reino.
Al regresar a casa, Aria entendió que no solo había visto el océano, sino que también había aprendido sobre la responsabilidad de cuidar su hogar y la importancia de la valentía.
"Prometo cuidar del mar y proteger a todos. Juntos podremos enfrentar cualquier desafío." -dijo a su madre, quien había estado orgullosa desde lejos.
Y así, Aria se convirtió en la guardiana de Aqua Draconis, siempre cuidando del océano y recordando que, no importa cuán pequeño se sea, el coraje en el corazón puede lograr grandes cosas.
FIN.