El trineo de la felicidad



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una familia muy especial. Los abuelos, Don Ernesto y Doña Rosa, vivían en una hermosa casa de campo junto a sus nietos, Lucas y Sofía.

La Navidad se acercaba y la emoción invadía el hogar. Los abuelos siempre hacían todo lo posible para que esta época fuera mágica para los niños. Pero este año había algo diferente: Lucas y Sofía habían perdido su alegría navideña.

Un día, mientras paseaban por el bosque cercano a su casa, encontraron un viejo libro abandonado entre los árboles. Era un libro de cuentos antiguos con páginas desgastadas por el tiempo. - ¡Miren esto! -exclamó Lucas emocionado-.

¡Es un libro de historias! - Parece muy antiguo -dijo Sofía curiosa-. ¿Lo llevamos a casa? Los niños llevaron el libro a la cocina donde estaban los abuelos preparando unas galletitas navideñas. - Abuelitos, ¡miren lo que encontramos! -gritaron al entrar corriendo.

Don Ernesto y Doña Rosa se sorprendieron al ver el viejo libro. Lo tomaron en sus manos con cuidado y empezaron a leerlo en voz alta para todos.

El primer cuento hablaba sobre la importancia de compartir con los demás. En él, unos duendes ayudaban a Santa Claus a repartir regalos entre todas las personas del mundo. - ¿Qué les parece si este año hacemos algo similar? -propuso Don Ernesto sonriendo-.

Podemos buscar juguetes usados pero aún en buen estado y llevarlos a los niños más necesitados del pueblo. - ¡Eso suena genial! -exclamaron Lucas y Sofía al unísono. Así comenzó la aventura de los abuelos y sus nietos.

Recorrieron el pueblo recolectando juguetes donados por vecinos generosos. Era maravilloso ver cómo las sonrisas volvían a iluminar el rostro de Lucas y Sofía. Pero, un día, una terrible tormenta azotó Villa Alegre.

La nieve cubrió todas las calles impidiendo que los abuelos y los niños pudieran entregar los regalos. Estaban desilusionados porque parecía que su plan había fracasado. Sin embargo, no se dieron por vencidos.

Decidieron construir un trineo con ruedas para poder llegar a todos los rincones del pueblo sin importar la nieve. Usaron materiales reciclados y mucha imaginación para crearlo. Cuando terminaron el trineo, salieron nuevamente en busca de aquellos niños que tanto necesitaban alegría en sus vidas.

El trineo avanzaba rápidamente mientras ellos cantaban villancicos llenos de esperanza. La noticia se extendió por todo el pueblo: "Los abuelitos con sus nietos están llevando regalos a todos los niños". La gente comenzó a salir de sus casas para ver este increíble espectáculo navideño.

Los niños corrían emocionados detrás del trineo mientras recibían juguetes nuevos o restaurados con cariño por Don Ernesto. El milagro ocurrió cuando llegaron al último hogar del pueblo: una pequeña casa de madera donde vivía un niño llamado Mateo.

Mateo había perdido toda su familia en un incendio y se sentía solo y triste. Cuando vio el trineo acercarse, sus ojos se iluminaron de emoción.

Lucas y Sofía le entregaron un regalo especial: un peluche que ellos mismos habían reparado con mucho amor. - ¡Gracias! -dijo Mateo con lágrimas en los ojos-. Ahora sé que no estoy solo. Tengo amigos como ustedes.

Ese día, Villa Alegre se llenó de magia y esperanza gracias a la bondad de Don Ernesto, Doña Rosa, Lucas y Sofía. Ellos descubrieron que el verdadero espíritu navideño está en dar sin esperar nada a cambio. Desde ese año en adelante, cada Navidad continuaron ayudando a los niños más necesitados del pueblo.

Y así, el milagro de la Navidad llegaba nuevamente a Villa Alegre, recordándoles a todos que siempre hay una forma de hacer felices a quienes nos rodean.

FIN.

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