El triunfo de Emma


Emma era una niña de 8 años con una sonrisa que iluminaba cualquier habitación en la que entraba.

Le encantaba jugar al basket en el parque cerca de su casa y siempre estaba dispuesta a compartir sus golosinas con sus amigos. Un día, Emma se encontró con un nuevo desafío. El equipo de basket del colegio iba a competir en un torneo importante y necesitaban ganar para avanzar a la siguiente ronda.

Emma estaba emocionada por participar, pero también nerviosa porque sabía que tendrían un rival muy fuerte. "¿Estás lista para el partido, Emma?" preguntó su mejor amiga Sofía. "Sí, estoy lista" respondió Emma con determinación.

Durante el partido, ambos equipos estaban empatados hasta el último minuto. Fue entonces cuando Emma tomó la pelota y anotó el punto decisivo para ganar el juego. Todos los compañeros de equipo saltaron de alegría y abrazaron a Emma como si fuera una heroína.

"¡Lo hiciste! ¡Eres increíble!" exclamó su entrenador mientras le entregaba una medalla dorada. "Gracias, entrenador" dijo Emma orgullosa mientras se ponía su medalla alrededor del cuello. Después del partido, los padres de Emma organizaron una fiesta sorpresa para celebrar su victoria.

Había globos, música y muchas golosinas deliciosas para todos los invitados. "¡Felicidades, campeona!" dijo su papá mientras le daba un gran abrazo. "Gracias papá" respondió ella sonriendo.

En ese momento se dio cuenta de que había logrado algo grande, pero también de que lo había hecho gracias a su equipo, sus amigos y su familia. Se sintió muy feliz y agradecida por todo el apoyo que había recibido. "¿Qué vas a hacer ahora, Emma?" preguntó su mamá.

"Seguir practicando y mejorar para el próximo partido" respondió ella con decisión. Y así fue como Emma aprendió la importancia del trabajo en equipo, la perseverancia y el valor de celebrar los logros propios y de los demás.

Y aunque no siempre ganaba, seguía siendo una niña feliz y alegre que jugaba al basket y compartía sus golosinas con todos sus amigos.

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