El Trompo Mágico de Sofía



Sofía era una niña curiosa y llena de energía que vivía en un pequeño pueblo. Su juguete favorito era un trompo de madera, adornado con un corazón de colores brillantes y un hilo rojo que brillaba intensamente al sol. Cada tarde, Sofía corría al patio de su casa para hacer girar a su trompo. Cuando lo hacía, el trompo se convertía en un remolino de colores, y Sofía sonreía encantada.

Un día, mientras giraba su trompo, Sofía notó algo inusual. El hilo rojo brillaba más que nunca, y el trompo comenzó a girar más rápido, más rápido... ¡hasta que empezó a levitar! La niña dio un grito de sorpresa. "¡Mirá, mamá! ¡Mirá cómo vuela mi trompo!"

Su madre, que estaba regando las plantas, levantó la vista y quedó boquiabierta. "¿Pero qué es esto, Sofía? No sabía que tu trompo tenía superpoderes".

El trompo levitaba en el aire, girando y brillando. Sofía, emocionada, decidió seguirlo, y el trompo la llevó a un mundo desconocido. Las flores eran de colores nunca vistos, y los árboles parecían bailar al ritmo del viento. "¡Esto es increíble!" exclamó Sofía.

Mientras exploraba, Sofía conoció a varios personajes peculiares. Un loro parlante llamado Pico, que podía imitar cualquier sonido, le dijo: "Este es el País de los Trompos, donde todos los trompos tienen corazones mágicos. ¿Qué te trae por aquí, Sofía?".

"Mi trompo me trajo, ¡no sabía que podía volar!" respondió ella, aún con asombro.

Pico le explicó que cada trompo en ese mundo era especial y que tenía un poder único. "Cada vez que un niño juega con su trompo, su alegría puede hacer girar el mundo de maravillas. Pero ten cuidado, ya que algunos trompos están bajo el hechizo de la tristeza y no saben cómo girar con alegría".

Intrigada, Sofía preguntó: "¿Y cómo puedo ayudarlos?".

"Debes encontrar el trompo triste y hacer que descubra su propia alegría. Solo así podremos volver a girar en armonía".

Valiente y decidida, Sofía aceptó el desafío. Con la ayuda de Pico, recorrieron el País de los Trompos hasta que encontraron a un trompo gris, apagado y que apenas giraba.

"¿Por qué estás tan triste?" le preguntó Sofía.

El trompo, con voz temblorosa, respondió: "Todo el mundo a mi alrededor gira con tanta alegría, pero yo no encuentro diversión. He olvidado cómo jugar".

Sofía pensó un momento y luego sonrió. "¡Vamos a recordar juntos cómo es reír y jugar! Mira, yo haré girar mi trompo, y quiero que tú lo intentes también".

Sus palabras llenaron de esperanza al trompo triste, y poco a poco, siguiendo el ritmo de Sofía, empezó a girar. Aunque al principio no lo hacía con mucha fuerza, el brillo en su corazón se fue intensificando a medida que reía con ella y Pico.

"¡Eso es! ¡Así se hace!" gritó Sofía emocionada. La risa de los tres resonó en el aire.

De repente, el trompo gris comenzó a brillar con colores vibrantes, y la tristeza se fue desvaneciendo. En un instante, se volvió un hermoso trompo lleno de vida. "¡Gracias, Sofía! ¡Ahora puedo girar con alegría!" dijo, agradecido.

Juntos regresaron al centro del País de los Trompos, donde todos celebraron la amistad y la alegría recuperada.

Cuando fue el momento de regresar a casa, Sofía abrazó a sus nuevos amigos y prometió volver a visitarlos. "Siempre recuerden, la alegría está en nosotros, solo hay que dejarla salir" les dijo antes de que su trompo la llevase de regreso.

Al regresar a su patio, el sol comenzaba a ponerse. Sofía sonrió mientras miraba su trompo, que seguía brillando con colores variados. Desde ese día, no solo giró su trompo en el patio, sino que también recordó la lección de la alegría y la amistad, y cada vez que lo hacía, la magia volvía a su pequeño rincón del mundo.

FIN.

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