El túnel mágico
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas y altas montañas, un grupo de amigos muy curiosos llamados Martín, Sofía y Juan.
Les encantaba explorar cada rincón del lugar en el que vivían, pero siempre habían sentido una extraña sensación de que algo faltaba por descubrir. Un día, mientras jugaban en el jardín de la casa de Martín, encontraron una vieja puerta de madera escondida bajo un arbusto.
Intrigados, decidieron abrirla y para su sorpresa ¡descubrieron un túnel secreto que los llevaba a lo más profundo de la tierra! -¡Increíble! ¿Qué creen que haya al final del túnel? -preguntó Sofía emocionada. -¡No lo sé! Pero me muero por averiguarlo -respondió Juan con entusiasmo.
Sin pensarlo dos veces, los tres amigos se adentraron en el oscuro túnel con linternas en mano. A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar risas y cantos alegres que los guiaban hacia adelante.
Finalmente llegaron a una impresionante ciudad subterránea llena de luces brillantes y colores vibrantes. -¡Esto es increíble! Nunca imaginé que existiera un mundo debajo de nosotros -exclamó Martín asombrado. De repente, fueron recibidos por criaturas mágicas y amables habitantes del mundo subterráneo.
Les contaron historias fascinantes sobre su civilización oculta y les mostraron sus maravillosas costumbres y tradiciones.
Los niños aprendieron mucho durante su visita: cómo cultivar plantas respetando la naturaleza, cómo cuidar a los animales con amor y consideración, y sobre todo la importancia de mantener viva la alegría en sus corazones incluso en tiempos difíciles. Después de pasar días explorando ese mundo fascinante, llegó el momento de regresar a la superficie.
Los amigos se despidieron con tristeza pero con la promesa de volver pronto para seguir aprendiendo juntos. Al salir del túnel secreto, Martín, Sofía y Juan se miraron emocionados sabiendo que ahora tenían un nuevo hogar bajo sus pies lleno de magia y enseñanzas valiosas.
Desde ese día en adelante, los tres amigos compartieron las lecciones aprendidas con su pueblo: respeto por la naturaleza, amor por los seres vivos y la importancia de mantener viva la curiosidad e imaginación para seguir descubriendo maravillas tanto arriba como abajo del suelo.
Y así fue como Martín, Sofía y Juan descubrieron no solo un mundo debajo de ellos sino también valiosas lecciones que iluminaron sus vidas para siempre.
FIN.