El túnel misterioso de Luciano
Era un día soleado en el parque, y todos los amigos de Luciano estaban reunidos. Él era un niño único, que disfrutaba de su tiempo jugando con bloques de colores. A menudo se escondía debajo de la mesa cuando sus amigos le invitaban a unirse a ellos, pues su mundo parecía ser diferente al de los demás.
Alicia, una de las amigas de Luciano, estaba decidida a conocer más sobre su mundo. Un día compartió su idea con el grupo:
"Chicos, ¿y si buscamos cómo entrar al mundo de Luciano?"
Los demás se miraron intrigados y asintieron con entusiasmo.
Mientras jugaban, intentaron varias estrategias. Cantaron, hicieron ruidos divertidos y hasta intentaron imitar a los personajes de sus juegos preferidos, pero nada funcionó. Luciano siempre se refugiaba debajo de la mesa.
Una tarde, mientras exploraban el parque, encontraron un túnel cubierto de hojas y flores. Curiosa, Alicia se asomó y se dio cuenta de que desde ese lugar surgía una luz brillante.
"Chicos, ¡miren! ¡Un túnel misterioso!"
Los amigos se acercaron con cautela; la curiosidad era más fuerte que el miedo.
"¿Te animás a entrar?" le preguntó uno de ellos.
"¡Sí! Vamos a ver a dónde nos lleva," dijo Alicia con una mirada decidida.
Todos juntos, se lanzaron por el túnel. Al cruzar, se encontraron en un paisaje espectacular lleno de bloques de colores flotantes, árboles de formas curiosas y luces brillantes.
"¡Miren este lugar!" exclamó uno de los amigos.
"Es el mundo de Luciano," respondió Alicia maravillada.
Y justo en ese momento, vieron a Luciano construyendo un castillo de bloques en el centro del lugar. Se acercaron lentamente.
"Luciano, ¡somos nosotros!" gritó Alicia. Pero él no se movió, su atención estaba completamente concentrada en su construcción.
"¿Cómo podremos jugar con él?" susurró uno de los amigos.
"Tal vez si comenzamos con bloques, él se sienta cómodo," sugirió Alicia.
Así que se dispusieron a juntar bloques de colores, construyeron una torre enorme y la decoraron con flores de papel que habían encontrado en el camino.
"¡Miren lo que hicimos, Luciano!" gritó Alicia emocionada. Luciano miró hacia ellos, por primera vez dejando de lado su construcción. Sus ojos se iluminaron al notar la preciosa torre que sus amigos habían hecho.
"¡Es hermosa!" dijo con voz suave. Entonces, con una sonrisa, se unió a sus amigos y comenzó a añadir bloques a la torre.
"¿Podemos construir un castillo juntos?" pidió uno de los amigos.
"Sí, ¡qué divertido!" sonrió Luciano, sintiéndose parte del grupo.
Así pasaron la tarde, todos colaborando en la construcción del castillo. Cada bloque que agregaban era un símbolo de unión entre todos, incluso Luciano, que por fin se sentía incluido.
Cuando el sol empezó a ocultarse, supieron que era momento de regresar a casa. Alicia se dirigió a Luciano:
"Luciano, ¿podemos volver a venir a jugar?"
"Claro, me encantó el castillo," dijo Luciano, mientras tomaba la mano de su amiga.
Al cruzar el túnel de regreso, sus corazones estaban llenos de alegría. Habían descubierto que la amistad podía crear puentes hacia mundos diferentes, y que la apertura y la curiosidad eran las Llaves para explorar cada rincón de la imaginación.
Desde ese día, todos ellos empezaron a jugar más con Luciano, y a veces incluso lo invitaban a sus juegos. Se dieron cuenta de que, aunque cada mundo es diferente, el respeto y la curiosidad los podrían llevar a compartir momentos únicos y mágicos juntos.
FIN.