El turno de la paciencia



En un parque muy grande, había un grupo de niños emocionados esperando su turno para jugar en el tobogán. Entre ellos estaba Tomás, un niño muy impaciente que siempre quería ser el primero en todo.

"¡Vamos, por favor, que quiero jugar ya!" -gritaba Tomás, saltando de un lado a otro. Los demás niños, aunque también ansiosos por divertirse, esperaban tranquilamente su turno. "Tranquilo, Tomás, pronto llegará tu momento", le dijo Sofía, una niña muy amable.

Pero Tomás no podía quedarse quieto, así que decidió ir a buscar a Lucas, el encargado de organizar los turnos. "Lucas, ¿cuánto falta para que sea mi turno?", preguntó Tomás con impaciencia. "Aún falta un poco, Tomás.

Pero si esperas con calma, el tiempo pasará más rápido, te lo prometo", respondió Lucas con una sonrisa. Tomás no estaba convencido, pero decidió sentarse a observar mientras los demás niños disfrutaban en el tobogán.

De repente, vio a Sofía compartir sus juguetes con otros niños que estaban esperando. "Sofía, ¿por qué haces eso?", preguntó Tomás, sorprendido. "Porque mientras esperamos, podemos divertirnos de otras formas y hacer que el tiempo pase más rápido para todos", explicó Sofía con amabilidad.

Tomás reflexionó sobre las palabras de Sofía y decidió unirse al juego de los demás niños. Pronto, su nombre fue llamado y finalmente pudo disfrutar del tobogán. Desde ese día, Tomás aprendió que la paciencia y la bondad pueden hacer que la espera sea más divertida para todos.

FIN.

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