El Último Año de Nahiara
Era un soleado lunes cuando Nahiara entró a su último año de secundario en el colegio. La brisa fresca la acompañaba mientras pensaba en todo lo que tenía por delante. Con su meta clara de ingresar a la universidad, estaba decidida a poner todo su esfuerzo en sus estudios.
Sin embargo, un nuevo chico en la clase, Jeremías, hizo que sus pensamientos se descontrolaran. Era carismático, divertido y siempre lograba sacarle una sonrisa. Mientras que Nahiara se decía a sí misma: "Tengo que concentrarme en mis libros", su corazón latía cada vez que veía a Jeremías.
Un día, mientras estudiaban juntos en la biblioteca, Nahiara no pudo evitarlo y le dijo:
"Jeremías, no podemos seguir distrayéndonos, tenemos que enfocarnos en nuestra tarea."
Él, con una sonrisa traviesa, respondió:
"Pero Nahiara, estudiar es más divertido cuando estoy contigo. Además, tengo un truco para concentrarnos. ¡Hagamos una competencia de quién puede estudiar más rápido!"
Nahiara soltó una risita, pero rápidamente volvió a su seriedad:
"No puedo, este año es crucial. Mis padres tienen expectativas y yo también."
Jeremías, sintiéndose un poco frustrado, dijo:
"Entiendo, pero también es importante disfrutar de la vida. No todo es estudiar."
La tensión entre el estudio y sus sentimientos creció a lo largo de las semanas. Nahiara trataba de ignorar a Jeremías cada vez que sus pensamientos se volvían románticos. Esa era una batalla interna que la desgastaba. Un día, mientras pasaban por el parque, Jeremías la miró y le preguntó:
"¿Te gustaría ir al cine este sábado? Un descanso no te haría mal."
Ella sintió cómo su estómago se revolvía, pero sabía que no podía.
"No, Jeremías. Necesito quedarme en casa ese día para repasar. Es mejor así."
Jeremías se sintió desalentado, pero no se dio por vencido. A la semana siguiente, cuando Nahiara recibió su primer examen, al revisar sus resultados, se sintió decepcionada. Había fallado en algunas preguntas.
"¡No puedo creerlo! Necesito estudiar más."
Jeremías, al acercarse, le dijo con calma:
"Nahiara, no puedes ser tan dura contigo misma. Todos fallamos en algún momento."
"Pero no es un momento cualquiera, es mi futuro. Mis sueños dependen de esto."
"Y tus sueños también son importantes, pero no debes olvidarte de vivir, de disfrutar cada momento."
Esa noche, Nahiara reflexionó sobre lo que Jeremías le había dicho. Empezó a preguntarse si estaba perdiendo de vista el equilibrio entre trabajo y diversión. La semana siguiente, después de un buen desempeño en un examen, decidió darle una oportunidad al cine.
"Está bien, Jeremías. Iré al cine contigo, pero solo si prometes que después estudiaremos juntos."
"¡Trato hecho! A veces, salir a divertirnos puede ser justo lo que necesitamos para despejar la mente."
El sábado, se rieron, disfrutaron de la película y compartieron sus sueños. A medida que la conexión entre ellos creció, Nahiara empezó a entender que estaba bien sentir, amar y soñar, pero también a concentrarse en su futuro.
Con el correr de los meses, Nahiara encontró ese equilibrio. Sus calificaciones mejoraron, pero también aprendió a disfrutar de la compañía de Jeremías. Juntos formaron un equipo formidable. En cada examen, Jeremías siempre estaba a su lado, ayudándole a estudiar y también recordándole que descansar era necesario.
Un día, después de una larga jornada de estudio, Nahiara dijo:
"Gracias por ayudarme a no perder de vista lo importante."
"Siempre estaré aquí para ti, Nahiara. Lo que más deseo es que logres tus objetivos, pero también que disfrutes el camino."
A medida que se acercaba el final del año escolar, Nahiara se dio cuenta de que, en vez de ser una distracción, Jeremías había sido un apoyo incondicional. Ella había aprendido que está bien aceptar sentimientos y que ser vulnerable también es parte del crecimiento.
Finalmente, en la graduación, Nahiara abrazó a Jeremías y le dijo:
"Lo logramos. Gracias por estar a mi lado."
"¡Estamos solo comenzando! Ahora a conquistar la universidad juntos."
Nahiara sonrió, lista para enfrentar nuevos sueños, sabiendo que el amor y la amistad también forman parte de la aventura. Y así, en su último año de secundaria, aprendió que el equilibrio es clave y que los momentos de diversión hacen que el viaje sea mucho más especial.
FIN.