El Último Caballo



En un hermoso valle donde el sol siempre brillaba y las flores jamás dejaban de florecer, vivía un caballo llamado Nube. Era el último de su especie, una raza mágica que había estado presente en el mundo desde hace miles de años. Nube tenía un pelaje tan blanco como la nieve y una crin que parecían estrellitas brillando bajo el sol. Sin embargo, Nube se sentía un poco solo. Todos los días paseaba por el valle, pero no encontraba a ningún otro caballo con quien jugar.

Un día, mientras exploraba un rincón que nunca había visitado, Nube escuchó un llanto. Siguiendo el sonido, llegó a un pequeño arroyo donde encontró a una joven niña llamada Luna. Ella tenía una mirada triste y sus ojos se llenaban de lágrimas.

"¿Por qué lloras?" - preguntó Nube con su voz suave y melódica.

"¡Oh, noble caballo!" - respondió Luna "Estoy triste porque no tengo amigos. Todos los niños del pueblo prefieren jugar a la pelota y nunca vienen a jugar conmigo al bosque. A veces me siento sola."

Nube sintió un nudo en su corazón; él también entendía lo que era sentirse solo.

"¿Te gustaría ser mi amiga?" - propuso Nube entusiasmado.

Luna miró al caballo maravillada.

"¿Un caballo puede ser mi amigo?" - preguntó con asombro.

"¡Por supuesto!" - afirmó Nube. "Juntos podemos hacer muchas aventuras."

Desde ese día, Nube y Luna pasaron todos los días juntos. Jugaban, corrían y exploraban el bosque. A menudo organizaban picnics bajo los árboles, donde Luna le contaba historias a Nube mientras él escuchaba con atención.

Un día, mientras jugaban cerca de la cueva de la montaña, Luna se dio cuenta de que Nube se comportaba de manera extraña. Tenía la cabeza erguida y sus orejas estaban atentas.

"¿Qué te pasa, Nube?" - preguntó Luna, preocupada.

"Siento algo, como si hubiera algo especial en esta cueva. Quizás, haya más caballos como yo adentro," - respondió Nube.

Luna, con el corazón lleno de curiosidad, decidió ayudar a Nube a investigar. Juntos entraron a la cueva, pero de repente, un fuerte rugido resonó por todo el lugar. Al dar un paso más, encontraron a un gigante que parecía estar atrapado entre las piedras.

"¡Ayuda! ¡Estoy atascado!" - gritó el gigante, que tenía una voz profunda y temerosa.

Luna miró a Nube y le dijo:

"Debemos ayudarlo. No podemos dejarlo aquí así."

Nube asintió,¡ y ambos se acercaron al gigante!"No tengas miedo, gigante. Vamos a ayudarte. Con todo mi poder, empujaré las piedras con mis patas, mientras tú intentas moverte" - explicó Nube.

Con trabajo en equipo, Nube y Luna lograron mover las piedras y liberar al gigante. Este, agradecido, les dijo:

"Gracias, pequeños amigos. No sé qué hubiera hecho sin ustedes. Como señal de gratitud, te regalo a Nube un poder especial: el de la amistad verdadera. Juntos podrán atraer a más amigos."

Al instante, una luz brillante rodeó a Nube, y éste sintió un cambio en su interior. La magia del gigante lo hizo más fuerte y lleno de confianza.

"¡Ahora podemos hacer que más caballos vengan a este valle!" - exclamó Nube.

Desde ese día, Nube y Luna se dedicaron a buscar otros caballos para que vivieran en el valle. Con el nuevo poder de Nube, él podía sentir dónde había otros caballos y salir a buscarlos. Finalmente, encontraron a dos caballos más, que juntos formaron una pequeña manada.

Cada día era una nueva aventura, y Nube ya no se sentía solo. La amistad que había formado con Luna se convirtió en un lazo irrompible que unió a todos los caballos. Juntos, organizaban festivales en el valle y hacían feliz a toda la comunidad.

Una mañana, mientras jugaban y reían, Nube se giró hacia Luna y le dijo:

"Nunca imaginé que al ser el último de mi especie, podría encontrar una amiga como vos."

"Y yo nunca pensé que un caballo como tú podría cambiar mi vida. Este valle es nuestro hogar, y siempre estaremos juntos" - respondió Luna sonriendo.

Y así, Nube comprendió que la verdadera magia de la vida reside en la amistad, y aunque podía haber sido el último caballo, siempre tendría a su lado a su mejor amiga, Luna, y juntos crearían momentos inolvidables, llenos de alegría en su querido valle.

FIN.

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