El Último Día de la Escuela de Don Ramón



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una escuela muy especial que llevaba más de cincuenta años educando a niños y niñas bajo la atenta mirada de Don Ramón, un maestro querido por todos. Cada año, al finalizar el ciclo escolar, Don Ramón contaba historias en su aula, historias llenas de aventuras, amistad y valores.

Este año, sin embargo, era diferente. "Este es mi último día en la escuela", anunció Don Ramón a sus alumnos con una sonrisa nostálgica. "Me voy a jubilar. Pero no se pongan tristes, ¡tenemos una aventura que vivir hoy!" Los niños estaban emocionados, pero también un poco tristes por la partida de su querido maestro.

"¿Y qué aventura, Don Ramón?" preguntó Lucía, la más curiosa de la clase. "Vamos a recorrer la historia de nuestra escuela sobre la base de una tradición que nunca ha cambiado: la búsqueda del tesoro de Villa Esperanza. Cada año, el último día de clases, se esconde un tesoro en el patio de la escuela. ¡Hoy tenemos que encontrarlo!"

Los estudiantes estallaron de alegría y comenzaron a planear. Don Ramón les entregó una antigua mapa que había encontrado en el desván de la escuela. "Este mapa es clave para encontrar el tesoro, pero no será tan fácil. Tendremos que resolver acertijos y seguir pistas. Cada pista es una lección sobre la historia de nuestro pueblo y de nuestra escuela. ¡Están listos para el desafío!"

Los niños, con su espíritu aventurero encendido, comenzaron su búsqueda. La primera pista los llevó al viejo roble que estaba en el patio, un árbol que había estado de pie durante generaciones. Allí, encontraron una caja con un acertijo: "Sombra en verano, abrigo en invierno, soy el guardián de historias del tiempo. ¿Qué soy?"

"¡El roble!" gritó Tomás emocionado. "Esa debe ser la respuesta. ¡Veamos qué hay adentro!" Al abrir la caja, encontraron una pequeña figura de madera de un niño y una carta escrita por un alumno de hace varias décadas. "Este niño, se llama Javier. Él también buscó el tesoro hace mucho tiempo y dejó un mensaje. Dice que el verdadero tesoro no siempre son riquezas materiales, sino los recuerdos que creamos juntos y los amigos que hacemos en el camino."

"Qué lindo mensaje, Don Ramón," dijo Sofía. "Eso significa que el tesoro no es solo un objeto, sino lo que hemos vivido juntos en la escuela."

Con ese nuevo entendimiento, los niños continuaron con su búsqueda, ahora más motivados por la idea de crear más recuerdos. La segunda pista los llevó a la biblioteca, donde debían findar un libro muy antiguo que hablaba sobre la historia de Villa Esperanza. Allí, entre páginas polvorientas, encontraron un libro que contaba sobre un viaje de un grupo de estudiantes hace 50 años.

"¡Este debe ser otro acertijo!" exclamó Valentino, señalando una página marcada. "Hacia el norte del pueblo está el faro. Hay algo escondido allí."

El tiempo pasó volando mientras los niños se sumergían en la historia y la emoción de la búsqueda. Finalmente llegaron al viejo faro, donde encontraron la última caja. Al abrirla, descubrieron una hermosa medalla de oro. Todos se quedaron boquiabiertos.

"¡Lo encontramos!" gritó Lucía.

"Veo que han aprendido mucho hoy," dijo Don Ramón con una sonrisa,

"pero déjenme recordarles lo que decía Javier: este tesoro representa los momentos que hemos compartido juntos. ¡Síganlos creando! La amistad es la aventura más grande de todas."

Cuando volvieron a la escuela, el patio se llenó de risas y relatos sobre la búsqueda. Don Ramón organizó una pequeña ceremonia donde cada uno de los estudiantes compartió sus mejores recuerdos del año.

"Hoy celebro no solo el hallazgo de un tesoro físico, sino el tesoro que cada uno de ustedes ha dejado en mi corazón," concluyó Don Ramón emocionado. "Recuerden, aunque me jubile, las aventuras que vivieron aquí las llevarán para siempre en sus corazones."

Y así, con videoclips de risas y abrazos, cerraron un ciclo lleno de aprendizaje y amor, asegurándose de que la tradición de la búsqueda del tesoro continuara en los años venideros, algo que Don Ramón siempre llevaría con él, como un hermoso recuerdo de sus alumnos.

FIN.

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