El último día en el jardín de Arco Iris



Había una vez, en una pequeña ciudad llena de colores, un jardín de infantes llamado Jardín Nº48 Arco Iris. Allí, todo era alegría y risas, y cada día era una nueva aventura. Entre los muchos niños que lo visitaban, había 18 pequeños de 4 y 5 años que estaban ansiosos por aprender y jugar.

Un día soleado, llegó Marlene, una practicante llena de entusiasmo, a realizar sus prácticas en el jardín. Era su primer día y estaba emocionada por conocer a los niños.

"¡Hola, chicos! Soy Marlene y estoy aquí para jugar y aprender con ustedes", exclamó, con una gran sonrisa.

Los niños se miraron entre sí, algunos con curiosidad, otros con un poco de timidez. Entre ellos estaba Mati, un niño pequeño con una gran imaginación, que se animó a acercarse.

"¿Vamos a hacer una aventura?", preguntó Mati.

"¡Claro! ¿Les gustaría ser piratas en busca de un tesoro?", sugirió Marlene, encantada con la idea.

De inmediato, los ojos de los niños brillaron y comenzaron a decir cosas enérgicamente.

"¡Sí, sí! Yo quiero ser el capitán!", gritó Sofía.

"Y yo el mapa del tesoro", dijo Lucas, mientras se colocaba un pañuelo en la cabeza.

Así comenzó un día de juegos, risas y descubrimientos. Marlene guió a los niños a través de un mundo de imaginación, donde cada rincón del jardín era un nuevo paisaje. Juntos construyeron castillos, pelearon contra dragones y encontraron tesoros escondidos detrás de las plantas.

A medida que pasaban los días, Marlene y los niños se fueron conociendo mejor. Compartían historias, canciones y, sobre todo, muchos abrazos. Marlene les enseñó sobre la importancia de cuidar la naturaleza, y juntos plantaron flores en el pequeño huerto del jardín.

Un día, mientras estaban sentados en el patio, Mati levantó la mano con curiosidad.

"Marlene, ¿por qué te quedarás solo un tiempo con nosotros?"

Esa pregunta hizo que el corazón de Marlene se llenara de emociones.

"Chicos, a veces las cosas buenas tienen un tiempo. Yo tengo que irme a seguir aprendiendo, pero siempre recordaré nuestras aventuras", respondió Marlene con dulzura.

Los niños hicieron una ronda y cada uno compartió su momento favorito con Marlene. Sofía dijo que le gustaba el día en que hicieron la pintura con las manos, mientras que Lucas dijo que siempre recordaría a Marlene al cantar la canción de los piratas.

Llegó el último día de Marlene en el Jardín Nº48 Arco Iris. Era un día gris, pero en el jardín todo seguía brillando con los colores de los dibujos que los niños habían hecho. Cada rincón estaba lleno de risas y murmullos.

"Chicos, hoy vamos a hacer una actividad especial para recordar todo lo que hemos aprendido juntos. Haremos un mural gigante", propuso Marlene, intentando ocultar sus lágrimas de emoción.

Con mucho entusiasmo, los niños se pusieron a trabajar y cada uno pintó algo que les recordaba a Marlene: un sol radiante, un barco pirata, flores y hasta un gran arco iris. Al finalizar, todos se miraron con satisfacción por el hermoso mural que habían creado.

Cuando llegó el momento de despedirse, Marlene se agachó y les dijo:

"Quiero que saben que cada uno de ustedes será siempre un gran amigo para mí. Y aunque no esté aquí, siempre los llevaré en mi corazón".

Los niños, con lagrimitas en los ojos, la abrazaron fuertemente.

"¡No te olvides de nosotros, Marlene!", gritó Mati entre sollozos.

"Nunca, chicos. Nunca", repitió Marlene, mientras los abrazos de los niños la llenaban de amor.

Cuando finalmente se despidieron, el jardín parecía haber perdido un poco de su brillo, pero a la vez, los corazones de los niños se llenaron de una luz especial. Sabían que aunque Marlene se iba, todas las aventuras vivirían en sus recuerdos.

Y así, Marlene emprendió su camino, llevando consigo el amor y la alegría de los 18 pequeños que siempre recordarían su tiempo juntos en el Jardín Nº48 Arco Iris.

FIN.

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