El Último Fuego de la Tribu
En un vasto valle rodeado de montañas, vivía una pequeña tribu nómada liderada por Koruk, un hombre de gran estatura y fuerza. Su piel estaba curtida por los vientos del Paleolítico, y siempre portaba una lanza, símbolo de su valor y destreza. La tribu vivía en armonía con la naturaleza, siguiendo a los animales y recolectando frutos, pero había un problema que los atormentaba: su fuego, que era el corazón de su comunidad, se estaba extinguiendo lentamente.
Un día, mientras trataban de mantener vivo el fuego, Koruk se dirigió a su tribu.
"¡Hoy es un día importante! Vamos a buscar el último fuego que queda en la montaña. ¡Este fuego nos brindará calor y luz!"
Los jóvenes de la tribu, emocionados, comenzaron a prepararse. Entre ellos estaban Lila, una valiente niña que quería demostrar su valor, y Tarek, un niño curioso que siempre hacía preguntas.
Al llegar a la montaña, encontraron un secreto: una cueva que nunca antes habían visto.
"¿Deberíamos entrar?" preguntó Tarek.
"Es peligroso, pero debemos intentarlo," dijo Koruk, comprendiendo que, dentro de la cueva, podría estar el fuego que tanto necesitaban.
Mientras exploraban la cueva, se encontraron con un viejo guardián de fuego, un enorme dragón que dormía profundamente.
"¿Quién osa perturbar mi sueño?" rugió el dragón al despertar.
"Nosotros, la tribu nómada de Koruk, buscamos el último fuego para mantener viva nuestra comunidad," explicó Koruk, temiendo la reacción del poderoso ser.
"El fuego no es solo el calor, es la unión y la esperanza de las comunidades. ¿Qué ofrecerán a cambio de su luz?" preguntó el dragón, aún con desconfianza.
Lila, al escuchar esto, se adelantó y dijo:
"¡Ofrecemos nuestra amistad y prometemos cuidar de la naturaleza!"
El dragón, intrigado por la valentía de la niña, sonrió, pero continuó creando tensión.
"Muy bien, pero deben demostrarme que son dignos. Primero, deberán enfrentarse a su propio miedo en esta cueva. Verán cómo el fuego se apaga si no siguen con valentía."
Koruk y los niños se miraron entre sí y decidieron aceptar el desafío.
"¡Juntos podremos hacerlo!" exclamó Tarek, animando a los demás.
Mientras se adentraban más en la cueva, enfrentaron sombras y ecos que les susurraban dudas. Pero se acordaron del fuego y de lo que significaba. Con el apoyo mutuo, superaron cada miedo, gritando juntos:
"¡No tenemos miedo!"
"¡Estamos juntos, nuestra tribu es fuerte!"
Finalmente, llegaron a una gran sala iluminada por la luz del fuego etéreo. El dragón, admirando su valentía, les dijo:
"Han demostrado que el fuego arde en sus corazones. ¡Dense la mano y compartan su luz!"
Al unirse, la llama del dragón se encendió y llenó la sala de calor. El dragón, ahora amistoso, tocó su hocico en el fuego y lo dividió en pequeñas llamas que Lila y Tarek llevaron de regreso a su tribu.
"Recuerden, el fuego no es solo una llama, es la amistad, la unidad y el amor por la naturaleza. Cada vez que enciendan una fogata, recuerden lo que han aprendido."
Al volver al valle, la tribu celebró la llegada de su nuevo fuego.
"¡Lo logramos!" gritaban alegres.
Koruk, orgulloso, abrazó a Lila y Tarek.
"Ustedes son los verdaderos héroes de nuestra tribu."
Desde ese día, la tribu continuó contando historias de su aventura, asegurándose de que el fuego no solo calentara sus cuerpos, sino también sus corazones, enseñando a las próximas generaciones la importancia de la valentía, la amistad y el respeto por la naturaleza.
FIN.