El Último Verano del Instituto Nuestra Señora del Iguazú



Era un soleado día de diciembre en el Instituto Nuestra Señora del Iguazú y los egresados de 6to año estaban llenos de emociones. Este grupo, formado por Sofía, María, Valentina, Sol, Caty, Valen, Abril, Rocío, Maka, Vicky, Luis, Seiel, Dylan, Faby, Fabri, Lauty y Nahuel, se reunieron en el parque del instituto para celebrar lo que se venía: su graduación.

Con risas y anécdotas compartidas, el aire se llenaba de recuerdos como globos que volaban alto.

"¿Se acuerdan de aquel viaje de egresados a la montaña?" - preguntó Valen, recordando las divertidas caídas en la nieve.

"¡Sí! Yo fui la única que no supo esquiar y terminé en la colina rodando como una bola de nieve" - se rió Abril.

Las risas se mezclaron con la nostalgia. Todos se miraban, conscientes de que ese era su último verano juntos como compañeros.

De repente, Mariana, la profesora de arte, apareció con una gran caja.

"Chicos, tengo una sorpresa para ustedes" - dijo, sonriendo.

"¿Qué es?" - preguntó Sol emocionada.

"Son los retratos que hicimos durante el año. Espero que les gusten" - explicó.

Cada uno recibió su retrato, y un aire de emoción invadió el ambiente.

"¡Es hermoso!" - exclamó Rocío, sosteniendo su retrato donde se la veía a ella riendo.

"Gracias, profe. Esto será un hermoso recuerdo" - agregó Faby.

Pero la sorpresiva aparición de Mariana abrió una oportunidad más.

"¿Quieren hacer algo especial antes de que se vayan? Podríamos crear un mural con todos sus recuerdos y sueños para el futuro" - sugirió.

"¡Sí!" - respondieron todos entusiasmados.

Así fue que, con pinceles y colores, comenzaron a dibujar en un gran lienzo. Cada uno aportó sus ideas, sus anhelos, sus sueños. Sofía dibujó un libro, simbolizando su deseo de ser escritora.

"Quiero contar historias que inspiren a otros" - dijo.

"Yo quiero ser ingeniera y construir puentes" - mencionó Maka mientras trazaba un puente colorido.

Las horas pasaron rápidamente mientras se sumergían en el arte, la risa y el compañerismo. Sin embargo, al acercarse la tarde, una nube oscura se formó.

"Chicos, tengo que decirles algo..." - empezó Luis con voz temblorosa.

"¿Qué pasa?" - preguntó Valentina, preocupada.

"Mi familia se mudará a otra ciudad. No podré seguir viéndolos" - confesó, con lágrimas en los ojos.

El silencio se apoderó del grupo. Todo lo que habían vivido juntos estaba en riesgo de desvanecerse.

"No podemos dejar que nos separemos" - dijo Nahuel de manera firme.

"Siempre estaremos conectados por nuestros recuerdos" - sugirió Caty, secando las lágrimas de Luis.

La idea de un mural quedó más que clara.

"Podemos hacer un encuentro cada año. Así, aunque estemos lejos, siempre nos reuniremos" - propuso Dylan.

"¡Hay que hacer un pacto! Todos los años, nos vemos aquí" - añadió Fabrizio, con una gran sonrisa.

Con ese nuevo propósito, comenzaron a pintar el mural, llenándolo de colores y recuerdos, simbolizando su unión inquebrantable. La tarde se convirtió en noche y, aunque el tiempo se esfumaba, la voluntad de no separarse se fortaleció.

La graduación llegó rápidamente, con abrazos y promesas de que la vida seguiría, cada uno persiguiendo sus sueños, pero siempre unidos.

"Nunca olvidaremos lo que somos y lo que sentimos juntos" - concluyó Valen, mientras todos se abrazaban.

El mural quedó instalado en el instituto, recordándoles a todos que los lazos que crean una comunidad son más poderosos que la distancia. Y así, como cada año, esos chicos se reunieron, siendo un recordatorio de que los sueños se construyen juntos, y que siempre habrá un lugar en sus corazones para el Instituto Nuestra Señora del Iguazú.

FIN.

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