El Unicornio de Cristal y la Luna Perdida



En un reino donde las estrellas bailaban con la luna y los ríos susurraban secretos al viento, vivía un unicornio de cristal llamado Celeste. Su cuerno, reluciente como la primera luz del amanecer, era conocido en todo el reino, pero más que eso, su corazón era puro y lleno de bondad.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Celeste escuchó un susurro muy triste.

"¿Quién llora en la oscuridad?" - preguntó Celeste, acercándose al sonido.

Detrás de un arbusto, encontró a una pequeña hada con alas de mariposa. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.

"Soy Lila, el hada de la luna. Mi luz se ha apagado porque alguien ha robado la luna del cielo" - explicó Lila.

Celeste, conmovida, decidió ayudar a Lila a recuperar la luna. Le dijo con determinación:

"No te preocupes, Lila. Juntos iremos a buscarla. ¿Sabes quién la ha robado?"

"He oído que fue un dragón llamado Torvak, que vive en la montaña nevada. Él quiere usar la luna para hacer que su cueva brille más que las estrellas" - respondió Lila.

Celeste y Lila emprendieron la aventura hacia la montaña nevada. El camino estaba lleno de desafíos. Primero, tuvieron que cruzar un río caudaloso.

"¿Cómo vamos a cruzar este río?" - preguntó Celeste, mirando las aguas turbulentas.

"¡Yo tengo una idea!" - exclamó Lila. "Podemos construir un puente de flores. ¡Así no nos mojaríamos!"

Celeste asintió y juntas comenzaron a recoger flores del camino. Con cada flor, Lila usó un poco de su magia, y pronto, un brillante puente de flores apareció, permitiéndoles cruzar.

Al llegar a la montaña, se encontraron con Torvak. Era un dragón enorme y, a pesar de su apariencia temible, estaba llorando.

"¿Por qué lloras, Torvak?" - preguntó Celeste, con curiosidad.

"Me siento solo. Intenté robar la luna para tener un amigo, pero ahora estoy más triste que antes" - confesó Torvak, secándose las lágrimas.

Lila, sintiendo compasión, se acercó al dragón.

"No necesitas robar la luna para ser feliz. Puedes tener amigos si decides ser amable" - dijo Lila, con una sonrisa.

Torvak escuchó las palabras de Lila y, por primera vez, sintió que alguien se preocupaba por él.

"¿Creerían ustedes que puedo ser un buen amigo?" - preguntó, esperanzado.

"¡Claro que sí! Pero primero, necesitamos la luna de vuelta para que todos puedan disfrutar de su brillo. ¿Podrías devolvérnosla?" - dijo Celeste.

Torvak asintió, todavía un poco nervioso, pero tomó la luna entre sus garras. La sostuvo con cuidado y la lanzó al aire, donde volvió a su lugar en el cielo, iluminando todo el reino otra vez.

"¡Gracias!" - gritaron Celeste y Lila, alegres por recuperar la luz.

"Me parece que la luna es muy hermosa. Prometo que no la volveré a robar" - dijo Torvak, sonriendo algo tímidamente.

A partir de entonces, Celeste, Lila y Torvak se volvieron amigos inseparables. Celeste les enseñó sobre la importancia de la amistad, la bondad y que no se necesita robar para obtener lo que uno desea.

Desde ese día, cada luna llena, los tres amigos se reunían para bailar bajo la luz de la luna, disfrutando de la compañía y de la belleza del mundo. El dragón, ahora cambiando su forma de ser, también aprendió a ayudar a los demás en lugar de hacerles daño.

Así, el reino brilló más que nunca, gracias a la unión de un unicornio, un hada y un dragón, recordando siempre que la verdadera amistad es el tesoro más preciado de todos.

FIN.

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