El Unicornio de los Sueños


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Oriana. Desde que era muy chiquita, a Oriana le encantaba dormir la siesta.

Todos los días después del almuerzo, corría a su habitación, se acurrucaba bajo las mantas y caía rendida en un profundo sueño. Su mamá siempre se sorprendía de lo rápido que Oriana se quedaba dormida.

"-¡Es increíble cómo te gusta dormir siesta, mi amor! ¡Parece que tienes un superpoder para conciliar el sueño en cuestión de segundos!", decía su mamá con ternura. Un día, mientras Oriana dormía plácidamente su siesta diaria, algo extraordinario sucedió. Un hada mágica entró silenciosamente en su habitación y la observó con cariño.

El hada sabía lo mucho que a Oriana le gustaba dormir siesta y decidió otorgarle un regalo especial. Al despertar, Oriana encontró un espejo mágico junto a ella en la cama.

Al mirarse en él, vio reflejado a un unicornio brillante que le guiñaba un ojo amistosamente. Sorprendida y emocionada, Oriana escuchó al unicornio hablar: "-Hola, querida Oriana. Soy Sparkle, el unicornio guardián de los sueños.

El hada mágica me envió para concederte un deseo por tu amor por la siesta. "Oriana no podía creer lo que veían sus ojos y escuchaban sus oídos. "-¿Un verdadero unicornio? ¡Es increíble!", exclamó emocionada. Sparkle sonrió y asintió con la cabeza: "-Así es, querida Oriana.

Tienes ante ti la oportunidad de pedirme cualquier deseo relacionado con tus siestas". Sin dudarlo ni un segundo, Oriana pensó en algo maravilloso: "-Quiero poder tener aventuras increíbles en mis sueños durante la siesta".

El unicornio asintió con alegría y tocó su cuerno brillante contra la frente de Oriana. En ese instante, ambos desaparecieron en una nube de purpurina dorada.

Desde ese día en adelante, cada vez que Oriana cerraba los ojos para dormir su siesta sagrada, viajaba a mundos fantásticos llenos de criaturas mágicas y paisajes asombrosos. Vivía aventuras inolvidables donde exploraba bosques encantados, volaba sobre nubes esponjosas e incluso nadaba con sirenas en océanos cristalinos.

Cuando despertaba cada tarde después de su siesta llena de magia, contagiaba a todos con su entusiasmo y alegría. "-¡Hoy conocí dragones! ¡Eran tan majestuosos!", les contaba a sus padres emocionada. Con el tiempo, todos en el pueblo empezaron a apreciar más las siestas gracias al ejemplo de Oriana.

Aprendieron que esos momentos cortitos de descanso podían convertirse no solo en revitalizantes pausas durante el día sino también puertas hacia mundos llenos de maravillas por descubrir.

Y así fue como Oriana demostró que incluso algo tan simple como disfrutar una buena siesta podía traer consigo grandes aventuras e inspirar a otros a soñar despiertos también.

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