El Unicornio sin Poderes



Hubo una vez en un hermoso bosque encantado, un unicornio llamado Aurora. A diferencia de los demás unicornios, Aurora no tenía poderes mágicos.

Todos los días veía a sus amigos correr velozmente con sus brillantes alas y lanzar destellos de luz con sus cuernos mágicos, y se sentía muy triste de no poder hacer lo mismo. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con una hada amiga, llamada Estrella. -

¿Qué te pasa, Aurora? Te noto muy triste.

- preguntó la hada con preocupación. -

Es que no tengo poderes mágicos como ustedes, me siento diferente y un poco inútil. - respondió el unicornio con tristeza. -

No te preocupes, querida Aurora.

Tener poderes mágicos no es lo que te hace especial, sino lo que hay en tu corazón. - dijo la hada con una sonrisa reconfortante. Estrella le explicó a Aurora que cada ser en el bosque tenía una habilidad única, y que eso era lo que los hacía especiales.

Así, le propuso a Aurora embarcarse en una aventura juntas para descubrir cuál era el don especial que tenía el unicornio.

Durante su travesía, se toparon con diversos desafíos: ayudaron a un conejito perdido, cuidaron de un pajarito herido y regaron las flores marchitas del jardín encantado. Aurora descubrió que su don especial era la empatía y la compasión hacia los demás seres del bosque.

Se dio cuenta de que, aunque no tenía poderes mágicos, su corazón puro y bondadoso la convertía en una criatura muy especial. Desde ese día, Aurora se convirtió en la mejor amiga y confidente de todos en el bosque, compartiendo su amor y sabiduría con cada ser que encontraba.

Aprendió que la verdadera magia reside en el amor, la amistad y la compasión. Y aunque no pudiera lanzar destellos de luz, irradiaba un brillo especial en el bosque encantado.

FIN.

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