El unicornio volador




En un hermoso bosque encantado vivía un unicornio llamado Celestia. A diferencia de los demás unicornios, Celestia tenía la maravillosa habilidad de volar. Todos los días, al atardecer, Celestia desplegaba sus grandes alas de colores brillantes y se elevaba por los cielos, surcando el aire con gracia y alegría.

Un día, mientras volaba sobre el bosque, Celestia escuchó unos sonidos de angustia provenientes de lo profundo del follaje. Al acercarse, descubrió a un grupo de animales del bosque que estaban en problemas. El arroyo que les proveía de agua estaba desviado, y sus hogares estaban a punto de ser arrasados por el torrente.

Angustiada por la situación, Celestia descendió con delicadeza y se acercó a los animales para escuchar sus preocupaciones. - ¿Cómo podemos ayudarlos, Celestia? -preguntó el conejo con los ojitos llenos de lágrimas. -No se preocupen, amigos, ¡haré lo que pueda para ayudarlos! -respondió Celestia con determinación.

Alzando su largo cuerno con destreza, Celestia usó su magia para redirigir el curso del agua y evitar la desgracia que se cernía sobre el hogar de los animalitos. Con gran alivio, los animales vieron cómo el arroyo volvía a fluir en su cauce habitual, gracias a la valiente intervención del unicornio volador.

Los animales del bosque, agradecidos, alabaron a Celestia por su heroísmo. -¡Eres realmente increíble, Celestia! -exclamó el zorro con entusiasmo. -¡Gracias por salvar nuestros hogares! -agregó el búho con admiración. Celestia sonrió con modestia y les aseguró que siempre estaría allí para ayudarlos.

Desde ese día, Celestia se convirtió en la protectora del bosque, velando por el bienestar de todos los habitantes con su magia y su noble corazón. Los animales sabían que, cada vez que el unicornio volador surcaba los cielos, su ayuda y protección estaban garantizadas. Y Celestia, feliz, cumplía su misión con amor y alegría, sabiendo que su don de volar le permitía hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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