El unicornio y el caballito de mar mágicos
Había una vez, en un mundo mágico y encantador, dos amigas llamadas Andrea y Ana. Andrea era un unicornio lleno de colores brillantes y Ana era un caballito de mar que nadaba elegantemente por el océano.
Ambas eran muy diferentes pero se querían mucho y siempre estaban dispuestas a ayudarse mutuamente. Un día, mientras paseaban por el bosque encantado, se encontraron con unos camellos tristes que no tenían joroba.
Los camellos les contaron que los Reyes Magos les habían dado la tarea de llevar regalos a los niños del mundo, pero sin su joroba no podían cumplir con su misión. Andrea y Ana sintieron mucha empatía por ellos y decidieron ayudarles a encontrar una solución.
Juntas buscaron en todo el bosque hasta que dieron con una estrella mágica que había perdido su brillo. Descubrieron que si lograban encenderla nuevamente, podría darle poder a los camellos para llevar los regalos.
Sin embargo, también descubrieron que necesitaban la ayuda de un dragón para avivar las llamas de la estrella. Pero este dragón tenía un problema: no podía lanzar fuego desde su boca como los demás dragones. Estaba triste porque pensaba que no servía para nada.
Andrea y Ana se acercaron al dragón con una sonrisa llena de cariño y le dijeron: "Querido dragón, tú tienes algo especial dentro de ti, algo aún más valioso que el fuego".
El dragón levantó la mirada sorprendido y preguntó qué era eso tan especial. Las amigas le explicaron que el año del dragón era un momento de cambio y crecimiento, y que él tenía la capacidad de despertar emociones positivas en los demás.
Siempre había sido capaz de hacer sentir feliz a todos con su voz sanadora, pero nunca se había dado cuenta de ello. El dragón sonrió por primera vez en mucho tiempo y aceptó ayudar a las amigas.
Juntos, encendieron la estrella apagada con el cálido aliento del dragón y los camellos recuperaron sus jorobas llenas de energía mágica. Con la estrella brillando nuevamente, Andrea y Ana montaron en los camellos para repartir los regalos a los niños del mundo.
A medida que iban entregando cada obsequio, las emociones positivas se multiplicaban y cambiaban las creencias limitantes por esperanza y alegría. Los niños abrían sus regalos con entusiasmo mientras Andrea y Ana cantaban una canción feliz.
La voz sanadora del dragón tocaba sus corazones, llenándolos de amor y comprensión. Desde ese día, todos aprendieron la importancia de la empatía, el cambio de creencias negativas por positivas e el impacto poderoso que pueden tener unas palabras amables o una canción feliz.
Y así, Andrea el unicornio caballito de mar Ana los camellos sin joroba Reyes Magos estrella apagada dragon sin fuego vivieron felices para siempre compartiendo su magia con el mundo.
FIN.