El unicornio y el elefante mágico


Había una vez, en una isla mágica rodeada de árboles y lagunas, un unicornio llamado Arcoíris. Arcoíris era especial porque tenía el poder de correr a gran velocidad y su melena brillaba con todos los colores del arcoíris.

Arcoíris amaba explorar la isla y descubrir nuevos rincones llenos de magia. Un día, mientras corría por el bosque, vio pasar un avión volando muy bajo.

Se detuvo en seco y miró sorprendido cómo el avión se acercaba cada vez más a la isla. El avión aterrizó cerca de la laguna principal y de él salieron unos hombres vestidos con trajes especiales. Arcoíris se escondió detrás de un árbol para observar lo que ocurría.

Los hombres abrieron las puertas del avión y sacaron a un elefante que estaba asustado. El pobre elefante había sido rescatado por estos hombres maravillosos, ya que venía en el avión desde muy lejos y necesitaba ayuda.

Pero ahora no sabían qué hacer con él, pues estaban perdidos en aquella isla desconocida. Arcoíris sintió compasión por el elefante y decidió acercarse para ayudarlo. -¡Hola! ¿Necesitan ayuda? -dijo Arcoíris tímidamente.

Los hombres se sorprendieron al ver al unicornio hablar pero rápidamente entendieron que estaba dispuesto a colaborar. Después de todo, era una isla llena de magia donde todo podía suceder. -¡Oh, gracias! Estamos perdidos y no sabemos cómo regresar a casa -dijo uno de los hombres.

Arcoíris sonrió y se ofreció a guiarlos por la isla. Juntos caminaron hacia la laguna, donde el elefante podría tomar un refrescante baño mientras buscaban una solución para volver a casa. Mientras tanto, Arcoíris ideó un plan.

Sabía que en la isla había un antiguo árbol mágico que tenía el poder de abrir portales hacia diferentes lugares del mundo. Si podían llegar hasta él, podrían encontrar una manera de enviar al elefante y a los hombres de vuelta a su hogar.

Después de horas caminando y guiados por Arcoíris, finalmente llegaron al árbol mágico. El unicornio tocó suavemente la corteza del árbol con su cuerno brillante y pronunció las palabras mágicas: "Abre tus ramas y crea un camino".

De repente, frente a ellos apareció un portal resplandeciente. Todos se miraron emocionados, sabiendo que era hora de separarse. El elefante entró primero al portal seguido por los hombres.

-¡Gracias, Arcoíris! Nunca olvidaremos tu ayuda -dijeron antes de desaparecer completamente en el portal. Arcoíris sonrió satisfecho sabiendo que había hecho algo especial ese día. Regresó corriendo hacia su hogar en la isla mágica, feliz por haber ayudado a alguien en apuros.

Desde aquel día, Arcoíris aprendió una valiosa lección: siempre hay maneras sorprendentes e inesperadas de ayudar a los demás. A veces solo necesitamos estar dispuestos a tender una mano y hacer uso de nuestra magia interior.

Y así, el unicornio mágico siguió corriendo por la isla, llenando de alegría y color cada rincón que exploraba. Y cada vez que veía pasar un avión en el cielo, recordaba con cariño aquel día en el que ayudó a un elefante a volver a casa.

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