El valiente amigo de la selva


Agustín era un niño muy especial. A sus 6 años, había sido diagnosticado con autismo y le costaba mucho trabajo comunicarse con los demás niños de su edad.

Sin embargo, tenía una gran pasión por los animales de la selva. Cada día, Agustín se sentaba en su habitación rodeado de peluches y juguetes de animales. Le encantaba imaginar que estaba viviendo aventuras junto a ellos en la selva.

Un día, mientras jugaba con sus amigos imaginarios, escuchó un ruido extraño fuera de su ventana. Asomándose para ver qué era, descubrió a una pequeña ardilla que parecía estar en problemas. Agustin no lo pensó dos veces y salió corriendo hacia el jardín para ayudarla.

Con mucha paciencia y cariño logró calmarla y llevarla hasta un árbol cercano donde pudiera trepar sin problemas. La ardilla quedó tan agradecida que decidió presentarle a todos sus amigos del bosque: desde monos traviesos hasta tucanes coloridos y graciosos perezosos.

A partir de ese momento, Agustín comenzó a pasar más tiempo con ellos cada día. Los animalitos eran muy amables con él e incluso lo ayudaron a aprender las letras del abecedario.

"¡Hola Agustín! ¿Cómo estás hoy?"- preguntó el mono mientras colgaba de una liana. "Muy bien Mono, gracias por preguntar"- respondió Agustín sonriendo ampliamente.

Y así fue como poco a poco Agustin fue mejorando su capacidad para comunicarse con otros niños también gracias al aprendizaje que había obtenido de sus amigos de la selva. Un día, mientras jugaban escondidas entre los árboles, el grupo de animalitos se dio cuenta de que un cazador furtivo estaba rondando por la zona. Inmediatamente, pidieron ayuda a Agustín para detenerlo.

Agustin sabía que necesitaba ser valiente para enfrentar al cazador furtivo y proteger a sus amigos. Con coraje y determinación logró hacerle frente y ahuyentarlo del bosque.

Los animales estaban muy agradecidos con él y le hicieron una gran fiesta en su honor. Desde ese día, Agustin se sintió más seguro de sí mismo y más integrado en el mundo que lo rodeaba.

Y así fue como Agustin aprendió que no importa quién seas o cómo te sientas diferente: siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte si te muestras amable y valiente con los demás.

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