El valiente árbol y sus amigos



Había una vez un árbol llamado Augusto que vivía en un hermoso bosque. Augusto era un árbol muy especial, ya que le encantaba balancearse y jugar a la mancha con su amigo, el conejo Saltarín.

Un día soleado, mientras jugaban en el claro del bosque, Augusto y Saltarín escucharon un ruido extraño proveniente de lo profundo del bosque. Se acercaron curiosos y descubrieron una pequeña ardilla atrapada enredada entre las ramas de un arbusto.

Augusto se preocupó mucho por la ardillita y le dijo a Saltarín: "-¡Debemos ayudarla! ¡No podemos dejarla así!". Saltarín asintió con entusiasmo: "-Tienes razón, Augusto. Vamos a desenredarla juntos". Con mucho cuidado y trabajo en equipo, lograron liberar a la ardillita.

Ella estaba muy agradecida y les dijo: "-¡Muchas gracias por salvarme! Mi nombre es Anita". Augusto sonrió amablemente y respondió: "-¡Hola Anita! Nos alegra haberte ayudado. ¿Qué te parece si te enseñamos nuestro juego favorito? Podríamos divertirnos juntos".

Anita aceptó emocionada e inmediatamente comenzaron a jugar a la mancha. Los tres reían sin parar mientras corrían entre los árboles. Mientras disfrutaban de su juego, escucharon otro ruido extraño proveniente de detrás de ellos.

Se dieron vuelta rápidamente y vieron al zorro Zampón acercándose sigilosamente hacia ellos. Zampón tenía una sonrisa maliciosa en su rostro y les dijo: "-¡Ja! ¡Los encontré! Ahora serán mi cena". Augusto, Saltarín y Anita se miraron con preocupación.

No sabían cómo enfrentarse al astuto zorro. Pero Augusto, recordando lo valiente que había sido al rescatar a Anita, decidió actuar. Se puso firme frente a Zampón y le dijo con determinación: "-¡No te dejaremos hacernos daño! ¡Somos más fuertes juntos!".

Saltarín y Anita se unieron a Augusto formando una barrera protectora alrededor de él. Juntos, lograron asustar al zorro y hacerlo huir del bosque. Todos celebraron su victoria con alegría y gratitud.

Augusto, Saltarín y Anita habían aprendido una importante lección sobre la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y el valor de ayudar a los demás. Desde ese día, Augusto siguió siendo un árbol feliz en el bosque junto a sus amigos Saltarín y Anita.

Siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente y disfrutar de divertidas aventuras juntos. Y así, la historia de Augusto nos enseña que cuando nos unimos como amigos, somos capaces de superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.

FIN.

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