El valiente Bombero Tito y el incendio de las casas amarillas
Era un día soleado en el barrio de las figuras geométricas. Todas las formas jugaban en el parque, riendo y divirtiéndose. Pero de repente, un olor muy extraño empezó a recorrer el aire. ¡Era humo! Las casas cuadradas de color amarillo estaban en llamas.
—¡Ayuda! ¡Ayuda! —gritó la casa amarilla de doña Cuadrada, mientras las llamas danzaban alrededor de ella.
—¡No se preocupen! Llamen a Bombero Tito! —exclamó el triángulo, que siempre había sido muy valiente.
Rápidamente, se hizo una llamada y, en cuestión de minutos, el valiente Bombero Tito llegó al barrio. Era un bombero de gran corazón, siempre dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaban.
—¡Bombero Tito, las casas amarillas están en llamas! —gritó el círculo, señalando hacia donde se encontraba el problema.
—¡No se preocupen! ¡Voy a resolverlo! —respondió Tito con determinación.
Tito miró a su alrededor y se dio cuenta de que tendría que sortear varios obstáculos en su camino. Había bloques de madera, un charco de agua y, sobre todo, muchas figuras que estaban demasiado emocionadas y desorientadas por el caos.
—¡Por favor, háganse a un lado! —gritó Tito, mientras con su manguera lista salía disparado._
Al llegar al primer obstáculo, el charco de agua, Tito pensó rápido y utilizó su habilidad para saltar. Se lanzó en un salto muy alto y aterrizó del otro lado. Las figuras estaban impresionadas.
—¡Bravo, Tito! —gritó el rombo, aplaudiendo con emoción.
Pero el camino no se ponía más fácil. A medida que se acercaba a las casas en llamas, un grupo de cuadrados, que no estaban comprometidos, se habían puesto nerviosos. Comenzaron a correr en círculos, bloqueando el paso.
—¡Ay, no! —exclamó Tito, viendo el problema.
—¡Tienen que calmarse! —dijo Tito con voz firme, tratando de hacerse escuchar sobre los gritos.
—¿Y cómo hacemos eso? ¡Estamos asustados! —respondió uno de los cuadrados, temblando de miedo.
Tito recordó que una vez, un amigo le había mostrado cómo calmar a los nervios. Se acercó lentamente y se puso a explicar con calidez:
—¡Escuchen! Hay que ser valientes. Yo estoy aquí para ayudar. ¿Por qué no cuentan hasta cinco juntos? Eso los ayudará a calmarse.
Los cuadrados, aunque dudosos al principio, comenzaron a contar:
—¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco!
—¡Listo! ¡Ahora todos a formar una línea! —instruyó Tito, y los cuadrados comenzaron a seguir su ejemplo, alineándose uno tras otro y dejando el camino libre.
Tito se apresuró y, finalmente, llegó a las casas amarillas. Sacó su manguera y comenzó a rociar agua en las llamas.
—¡Vamos a apagarlas! ¡Ayúdenme los que puedan! —gritó entusiasmado.
Los círculos y algunos triángulos también se sumaron, utilizando sus propios recursos para ayudar a esparcir el agua como podían. Fue un trabajo en equipo, y juntos lograron controlar las llamas.
Después de un largo y agotador trabajo, finalmente, el fuego se apagó. Las casas amarillas estaban un poco chamuscadas y ahumadas, pero estaban a salvo. Todos respiraron aliviados.
—¡Hurra, Tito! ¡Eres un héroe! —gritaron todos a coro.
Tito sonrió, pero también recordó la importancia de trabajar en equipo.
—Esto no hubiera sido posible sin la ayuda de todos ustedes —dijo Tito, mirando a todos los que habían trabajado juntos.
Desde aquel día, el barrio de las figuras geométricas supo la importancia de la unión y la valentía. Y aunque el fuego había sido aterrador, Bombero Tito había demostrado que con colaboración y coraje, siempre se puede enfrentar cualquier desafío. Las casas fueron reparadas, e incluso se construyó un nuevo parque para celebrar su valentía.
—¿Y saben qué? —dijo Tito al final—. La próxima vez que alguien necesite ayuda, recuerden que siempre es mejor ayudar entre todos. ¡Así somos más fuertes!
Todos asintieron con la cabeza y se hicieron la promesa de siempre estar ahí los unos para los otros. Y así, en el barrio de las figuras geométricas, se celebró la amistad y la valentía, aprendiendo que juntos podían superar cualquier obstáculo.
FIN.