El Valiente del Bosque Malvado



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en una pequeña cabaña al borde de un bosque oscuro y misterioso. Era un niño pobre, pero tenía una gran riqueza en su corazón y era muy querido por sus cinco gatos: Miau, Gato, Zorro, Manchitas, y Negrito, además de su fiel perrito, Colita.

El bosque se conocía como el Bosque Malvado, porque sus árboles tenían poderes extraños: algunos podían moverse, otros hablaban en susurros que a muchos asustaban. Sin embargo, a Tomás no le daba miedo, ya que siempre había soñado con aventuras y, sobre todo, con ayudar a los que lo necesitaban.

Un día, mientras jugaba con sus animales en el claro de su cabaña, escuchó un lamento, como si alguien llorara.

"¿Qué será eso?" - se preguntó Tomás.

Decidido a investigar, llevó a sus gatos y a Colita con él y se adentró en el bosque.

El llanto los llevó hasta un gran árbol con una tronco muy raro que se retorcía. En su base, encontró a una pequeña criatura llorando. Era un duende.

"¿Qué te pasa?" - le preguntó Tomás con preocupación.

"Me he perdido y no puedo volver a mi hogar. Los árboles me atraparon y me hicieron dar vueltas sin parar. No sé cómo salir de aquí." - sollozó el duende.

Tomás sintió mucha empatía por el duende y decidió ayudarlo. Recordó lo que su abuela siempre le decía: "No hay mayor tesoro que ayudar a los demás".

"No te preocupes, vamos a encontrar una manera de que puedas volver a casa," - le aseguró Tomás.

Tomás pensó en los árboles malvados y tuvo una idea.

"Si los árboles hablan, tal vez también escuchen. Vamos a tratar de hablar con ellos!" - sugirió.

Con un susurro valiente, se acercó al árbol más grande y le dijo:

"¡Árboles del bosque! Escuchen, este duende necesita regresar a su hogar. Si lo ayudan, prometo volver a visitar y compartir cuentos de aventuras con ustedes."

Los árboles comenzaron a murmurar entre sí. Algunos se entrelazaron y otros se movieron como si estuvieran conversando.

Todos los gatos y Colita se unieron al esfuerzo, haciendo ruidos y saltando alrededor de los árboles. El solo hecho de que Tomás no les tuviera miedo despertó la curiosidad de los árboles.

"¿Sabes?" - dijo un árbol con una voz profunda. "Siempre hemos sido solos y pocos se animan a acercarse. Tu valentía nos sorprende, pequeño humano."

Finalmente, tras un largo diálogo con los árboles, lograron un acuerdo. Los árboles ayudarían al duende a regresar a su hogar si Tomás prometía no olvidar que, en el fondo, todos pueden cambiar y ser mejores.

Tomás sonrió y asintió, agradeciendo a los árboles.

"¡Lo prometo! Todos merecen una segunda oportunidad." - exclamó.

Mágicamente, un rayo de luz iluminó el camino y, con un rápido movimiento de ramas, el duende fue liberado.

"¡Gracias, Tomás! ¡Eres un verdadero amigo!" - exclamó el duende, mientras se convertía en una nube de luz y desaparecía.

Regresando a su casa, Tomás y sus animales estaban contentos y orgullosos.

"¡Creo que hemos hecho algo grande!" - dijo Gato mientras se acomodaba en la cabaña.

"Al día siguiente, deberíamos contarle a los demás!" - sugirió Manchitas entusiasmada.

Así, Tomás se convirtió en un pequeño héroe del bosque y, sobre todo, un defensor de la amistad y el valor. Con el tiempo, los árboles malvados fueron recordados como los árboles amigables, y Tomás nunca dejó de visitar a su amigo el duende, quien siempre le contaba historias sobre el más allá del bosque.

Y así, todos aprendieron una importante lección: a veces lo que parece malvado puede convertirse en un gran amigo, solo con un poco de valentía y bondad.

FIN.

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