El Valiente del Cerro



En un cerro apartado, donde los árboles eran altísimos y los animales malvados merodeaban, vivía un niño llamado Tomás. Tomás era un niño curioso y valiente que siempre encontraba alegría en lo que tenía: sus cinco gatos juguetones, que eran como sus hermanos, y su perrito llamado Lucho.

Un día, mientras jugaban en el claro del cerro, Tomás se dio cuenta de que sus gatos estaban muy inquietos.

"¿Qué les pasa, chicos?" - preguntó Tomás, acariciando a su gato más grande, Miau.

Miau maulló y salió corriendo hacia un arbusto, seguido de cerca por los otros cuatro gatos. Tomás, intrigado, decidió seguirlos. Al llegar al arbusto, encontró un pequeño conejo atrapado en unas ramas.

"¡Pobrecito! No te preocupes, voy a ayudarte." - dijo Tomás, alejando las ramas con cuidado. El conejo, agradecido, dio un salto y se perdió entre los árboles.

"¡Qué bien que lo ayudaste!" - dijo Lucho, moviendo la cola.

"Sí, pero ahora siento que algo se está acercando..." - respondió Tomás, mirando nerviosamente a su alrededor.

Y tenía razón. De repente, un grupo de animales malvados apareció, liderados por un gran jabalí que gruñía ferozmente.

"¡Esa es la comida que queremos!" - dijo el jabalí, mirando a Tomás y a su perrito.

Tomás, aunque asustado, se armó de valor y se puso delante de Lucho.

"¡No se lo van a llevar! Si quieren comida, van a tener que pasar por encima mío primero!" - exclamó con firmeza.

Los gatos, al ver que su amigo estaba en peligro, se prepararon para ayudar. Cada uno tomó su posición alrededor de Tomás y Lucho.

"¡Miau! ¡Defendamos a Tomás!" - gritó Miau, y los demás gatos apoyaron con maullidos valientes.

Los animales malvados se sorprendieron al ver al grupo determinado. Pero el jabalí, arrogante, avanzó un paso más cerca.

"¿Qué pueden hacer unos gatos y un perro?" - preguntó burlándose.

"¡Te sorprenderías!" - respondió Tomás.

Entonces, los gatos empezaron a saltar y correr alrededor del jabalí, distrayéndolo con sus movimientos veloces. Lucho, por su parte, ladraba con valentía, tratando de asustar a los malvados. Tomás, mientras tanto, pensó en un plan.

"¡Chicos! ¡Atraigan su atención hacia el arroyo!" - ordenó Tomás.

Los gatos comenzaron a correr en esa dirección, haciendo que el jabalí y su grupo los persiguieran. Tomás y Lucho se hicieron los distraídos hasta que los animales malvados comenzaron a seguir a los gatos por el camino equivocado, llevándolos lejos de su hogar.

"¡Ahora!" - gritó Tomás, y todos corrieron hacia la cueva detrás del claro, un lugar seguro para sus amigos.

Al ver que el jabalí estaba lejos, Tomás y sus amigos se dieron un gran abrazo.

"¡Lo logramos!" - exclamó Lucho, brincando de alegría.

"Ustedes son los mejores compañeros del mundo" - dijo Tomás, mirando a sus gatos.

Desde ese día, Tomás, Lucho y los gatos aprendieron que la valentía, la amistad y el trabajo en equipo podían superar cualquier desafío. Y aunque los animales malvados podían ser temibles, juntos eran más fuertes que cualquier cosa que el cerro pudiera enviarles.

Esa aventura hizo que Tomás se sintiera más seguro y, a partir de entonces, siempre ayudó a otros que necesitaban su valentía, recordando el día en que él y sus amigos se unieron para enfrentar a los malvados del cerro. Por eso, aunque su vida no era lujosa, jamás se sintió solo ni indefenso. Y así, en el cerro lleno de árboles y desafíos, Tomás aprendió que el valor y el amor por los amigos son los mayores tesoros que uno puede tener.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!