El Valiente del Cerro



En un lejano cerro, donde los árboles se alzaban altos y los ruidos de la selva llenaban el aire, vivía un niño llamado Juanito. Pese a que su familia no tenía dinero, Juanito era feliz con lo que tenía: cinco gatos juguetones y un perrito llamado Lucho. Cada día, exploraban las maravillas del cerro, jugando entre las hojas y disfrutando del sol.

Los gatos de Juanito se llamaban Gato, Miau, Rayas, Luna y Sombra. Cada uno tenía su propia personalidad: Gato era el más curioso, Miau siempre estaba enredado en algo, Rayas tenía un espíritu aventurero, Luna era la más tranquila y Sombra, el más astuto.

Una mañana, mientras jugaban a atrapar mariposas, Miau se metió en un arbusto espeso. "¡Miau! ¿Dónde estás?" - gritó Juanito, preocupado. De repente, un fuerte rugido resonó en el aire.

"¡Ay, qué miedo!" - dijo Gato, temblando.

"No podemos quedarnos aquí, tenemos que ayudar a Miau" - aseguró Juanito con valentía, aunque su corazón latía con fuerza.

Decididos, Juanito y Lucho se adentraron en el arbusto. De pronto, un zorro feroz apareció de entre los árboles. "¡Salgan de aquí, o les haré morder el polvo!" - gruñó el zorro, mostrando sus dientes afilados. Juanito sintió un escalofrío por la espalda.

"¡No buscamos problemas! Solo queremos a nuestro amigo!" - exclamó Juanito, con mucha más valentía de la que sentía.

"¡Miau! ¡Ayúdame!" - llamó el pequeño gato desde el fondo del arbusto. Juanito sabía que tenía que actuar rápido.

"¡Lucho, distrae al zorro!" - ordenó Juanito. Lucho, con su energía desenfrenada, empezó a ladrar y a correr alrededor del zorro, quien trataba de atraparlo. Mientras tanto, Juanito se arrastró con cuidado hacia el arbusto.

"¡Miau, ven!" - le susurró Juanito. El gato salió corriendo y se unió a su lado.

Cuando lograron escapar, Juanito se dio cuenta de que el zorro, aunque era feroz, sólo estaba asustado porque estaba solo. Pensó que tal vez podría ayudarlo.

"¿Por qué eres tan malvado?" - le preguntó Juanito al zorro.

"¡No soy malvado! ¡Tengo hambre y no tengo amigos!" - se quejó el zorro, mientras observaba cómo Juanito acariciaba a sus gatos.

Juanito pensó rápidamente. "Si te prometo que te traeremos comida, ¿prometes no asustarnos más?"

El zorro, con los ojos brillantes, asintió lentamente.

Así fue como Juanito y su manada se convirtieron en amigos del zorro. Comenzaron a traerle restos de comida que encontraban en el cerro, y al poco tiempo, el zorro se volvió más amigable. Juntos jugaron y exploraron, y Juanito, lleno de alegría, se dio cuenta de que a veces, lo que parece malo puede ser solo un corazón solitario buscando compañía.

Un día, mientras todos jugaban, el zorro se quedó mirando un grupo de animales que no parecían tan amables. "¡Cuidado! Esos son los halcones! Son conocidos por ser muy traviesos y a veces roban la comida de otros animales" - advirtió el zorro.

Juanito miró a su alrededor. "No puedo dejar que se lleven nuestra comida. Hay que hacer algo" - dijo decidido. Juntos, elaboraron un plan.

"Yo los distraeré volando hasta ellos, mientras ustedes esconden la comida" - sugirió el zorro.

"¡Es un gran plan!" - exclamó Juanito.

Y así, el zorro llevó a los halcones lejos mientras Lucho y los gatos escondían las provisiones. Cuando los halcones finalmente se dieron cuenta del juego, ya era tarde. Juanito, Lucho y sus amigos habían ganado la batalla.

A partir de ese día, los gatos, Lucho, el zorro y todos los animales del cerro aprendieron a vivir juntos en armonía, y nunca más se sintieron solos o asustados. Juanito comprendió que la amistad y la valentía podían superar cualquier desafío y que todos, incluso aquellos que parecen malvados, solo buscan ser aceptados.

Desde entonces, Juanito y su grupo de amigos ayudaron a otros animales en el cerro a vivir felices y en paz. Y así, el cerro se convirtió en un lugar de sueños y aventuras, donde cada día traía una nueva oportunidad para compartir un poco de amor.

FIN.

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