El valiente desafío de Abuela Antonia


En un pequeño pueblo llamado Valle de Azapa vivía Abuela Antonia junto a sus dos hijas, Lucia y Elvira. También estaba Agapo, el hermano de la abuela, que siempre estaba dispuesto a ayudar en lo que fuera necesario.

Una noche oscura y misteriosa, durante la fiesta de carnaval, las tres mujeres regresaban a casa cuando de repente sintieron una presencia extraña detrás de ellas.

Al darse vuelta, vieron a un hombre sin cabeza que las seguía silenciosamente por el camino. "¡Ay! ¡Qué susto nos dio este hombre sin cabeza!", exclamó Lucia. "No miren atrás, sigan caminando rápido", dijo Elvira con temor en su voz.

Asustadas, las mujeres aceleraron el paso hasta llegar al borde del río que cruzaba el pueblo. Fue entonces cuando el hombre sin cabeza se detuvo en seco y no pudo avanzar más. Un aura misteriosa parecía rodear el lugar impidiéndole pasar al otro lado del río.

"¡Menos mal que este fantasma no puede cruzar el río!", suspiró aliviada Abuela Antonia. De repente, desde la otra orilla del río, se escuchó la voz de Agapo llamándolas.

Las tres mujeres miraron hacia allí y vieron a su tío parado en la distancia con un brillo valiente en sus ojos. "¡Agapo! ¡Ayúdanos por favor!", gritaron las mujeres desesperadas.

Sin dudarlo ni un segundo, Agapo tomó una antorcha y comenzó a caminar hacia ellas sobre un viejo puente colgante que cruzaba el río. El hombre sin cabeza intentaba seguirlo pero era incapaz de traspasar esa barrera invisible que lo detenía.

"¡Vayan al encuentro de Agapo! Yo los protegeré", les aseguró Abuela Antonia con determinación en su voz. Las tres mujeres corrieron hacia su tío quien las recibió con los brazos abiertos. Juntos regresaron a casa mientras el hombre sin cabeza desaparecía lentamente en la oscuridad de la noche.

Al llegar a salvo a su hogar, Abuela Antonia reunió a su familia frente al fuego y les dijo:"Hoy aprendimos que juntos podemos superar cualquier obstáculo o miedo. La unión y solidaridad entre nosotros es nuestra mayor fortaleza.

"Desde ese día, Abuela Antonia y su familia siguieron adelante con valentía y amor fraternal, recordando siempre aquella noche en la que enfrentaron juntos al hombre sin cabeza gracias al apoyo mutuo y al coraje compartido.

Y así demostraron que no hay nada imposible cuando se está unido como familia.

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