El valiente encuentro con el payaso



Había una vez un niño llamado Tomás que tenía un miedo terrible a los payasos. Cada vez que veía uno, se escondía detrás de su mamá y no paraba de temblar. Un día, su mamá lo llevó al circo y él, al ver a los payasos, quiso irse corriendo.

- Mamá, no quiero quedarme, ¡me dan mucho miedo esos payasos! - dijo Tomás con voz temblorosa.

Pero su mamá le respondió con cariño: - Tomás, entiendo que te asusten, pero a veces debemos enfrentar nuestros miedos para superarlos. Además, los payasos solo quieren hacernos reír y divertirnos. ¿Por qué no les das una oportunidad?

Tomás dudó unos instantes, pero finalmente asintió con timidez. Durante el espectáculo, no quitaba los ojos de los payasos, observando cada uno de sus movimientos y trucos. A medida que pasaba el tiempo, Tomás comenzó a relajarse y hasta soltó una risita cuando uno de los payasos hizo una broma.

Al terminar el espectáculo, los payasos salieron a saludar al público. Uno de ellos se acercó a Tomás y le dijo: - Hola, ¿cómo te llamas?

Tomás, un poco nervioso, respondió: - Soy Tomás, pero los payasos me dan miedo.

El payaso, con una sonrisa amable, le dijo: - Entiendo, pero te prometo que no queremos asustarte. Solo queremos hacerte reír y que pases un buen rato.

Tomás, luego de pensarlo un poco, decidió darle la mano al payaso. En ese momento, sintió un coraje que nunca había experimentado.

Desde ese día, Tomás dejó de temer a los payasos. Aprendió que, a veces, las cosas que nos asustan a primera vista pueden resultar inofensivas y hasta divertidas. Además, descubrió que enfrentar sus miedos lo hizo sentir muy valiente, y eso lo llenó de orgullo.

FIN.

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