El valiente encuentro con los cocodrilos
Había una vez una familia que vivía en un pequeño pueblo cerca de un hermoso lago. Los padres, Juan y Marta, tenían tres hijos: Pedro, Laura y Tomás.
Todos los días, la familia solía ir al lago para disfrutar de su belleza y nadar juntos. Un día soleado, la familia decidió hacer un picnic en el lago. Empacaron sus deliciosos sándwiches y se dirigieron al lugar favorito de todos. Al llegar, Pedro notó algo extraño.
- Mamá, papá, ¿por qué hay tantas señales de advertencia aquí? - preguntó Pedro preocupado. - Oh querido, solo están ahí para mantenernos a salvo - respondió Marta tratando de tranquilizarlo.
Mientras disfrutaban del picnic junto al agua cristalina del lago, no se dieron cuenta de que unos cocodrilos habían llegado sigilosamente desde otro lugar. De repente, uno de los cocodrilos saltó del agua y agarró el balón con el que jugaban los niños.
- ¡Mi balón! - gritó Tomás sorprendido mientras veía cómo el cocodrilo se alejaba nadando rápidamente. Los niños estaban asustados pero decididos a recuperar su amado balón. Se acercaron a las orillas del lago mientras Juan trataba de buscar alguna manera segura para rescatarlo.
De repente, apareció un anciano llamado Don Ernesto. Era conocido en el pueblo por ser valiente y aventurero. - ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Don Ernesto curioso al ver la preocupación en los rostros de la familia.
Marta explicó la situación y Don Ernesto sonrió con confianza. - No se preocupen, yo puedo ayudarlos. Conozco estos cocodrilos mejor que nadie en el pueblo - dijo Don Ernesto mientras se preparaba para su misión de rescate.
Don Ernesto tomó una cuerda y un palo largo. Se acercó al agua y comenzó a golpear suavemente el lago con el palo. Los cocodrilos, curiosos por el ruido, se acercaron lentamente hacia él.
- ¡Rápido! - exclamó Don Ernesto a los niños - Busquen algo flotante para montarse encima. Pedro vio una tabla de surf abandonada cerca de la orilla del lago y rápidamente la agarró.
Laura encontró una boya inflable y Tomás agarró un flotador en forma de patito amarillo. Los niños se subieron a sus improvisadas balsas mientras Juan sostenía fuertemente las cuerdas que estaban atadas a ellas. Don Ernesto continuaba golpeando el agua con el palo, manteniendo a los cocodrilos distraídos lejos de los niños.
Con mucho esfuerzo, Juan logró jalar las cuerdas hasta la orilla y rescatar a Pedro, Laura y Tomás justo antes de que los cocodrilos pudieran alcanzarlos. La familia estaba exhausta pero segura en tierra firme nuevamente.
Agradecieron profundamente a Don Ernesto por su valentía y por salvar sus vidas. Desde ese día, todos aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de escuchar las señales de advertencia y ser conscientes de los peligros que podrían estar presentes en su entorno.
También aprendieron a ser valientes y a trabajar juntos para superar cualquier situación difícil. Y así, la familia continuó disfrutando del hermoso lago, pero siempre recordaron la importancia de la seguridad y el respeto hacia la naturaleza.
FIN.