El valiente enfrentamiento de Tomás




Tomás era un niño de 5 años que siempre había sido valiente durante el día, pero de noche, cuando llegaba la hora de dormir, temores oscuros se apoderaban de él. Tenía miedo de dormir solo y de los monstruos que acechaban en la oscuridad. Cada noche, llamaba a sus padres para que lo acompañaran en su habitación. Pero sus padres, preocupados por su desarrollo y autonomía, sabían que era hora de que Tomás aprendiera a enfrentar sus miedos y a dormir solo.

Una noche, después de leerle un cuento y dejarlo en su cama, Tomás llamó a sus padres. "Papá, mamá, tengo miedo de dormir solo, ¿podrían quedarse un ratito conmigo?" pidió con voz temblorosa. Sus padres, con amor y comprensión, le explicaron que era hora de que Tomás empezara a dormir solo, pero que siempre estarían cerca si lo necesitaba.

Mientras sus padres se marchaban, Tomás se quedó acostado en la oscuridad, con el corazón latiéndole fuerte. Repentinamente, escuchó un ruido extraño y su miedo se intensificó. Pero en ese instante, una luz tenue iluminó la habitación y un pequeño duende apareció ante él. "Hola, Tomás. Soy Fito, el duende guardián de la valentía, y estoy aquí para ayudarte a enfrentar a tus miedos", dijo el duende con una sonrisa reconfortante. Tomás se sorprendió, pero también se sintió emocionado al conocer a Fito.

Fito le contó a Tomás que los monstruos no eran reales, que solo existían en su imaginación y que era capaz de vencerlos. Juntos, idearon un plan para disfrazarse de valientes guerreros y asustar a los monstruos. Con la confianza que le transmitía Fito, Tomás se sintió poderoso y listo para enfrentar su miedo.

La siguiente noche, cuando llegó la hora de dormir, Tomás se armó de valor y se acostó en su cama. Los monstruos, al percibir su nueva actitud, se acercaron con curiosidad. Entonces, Tomás, con su capa de valiente guerrero, saltó de la cama y gritó con determinación: "¡Atrás, monstruos! Soy Tomás, el valiente, y no tengo miedo de ustedes!". Los monstruos, sorprendidos, huyeron despavoridos y no volvieron a molestar a Tomás.

Desde esa noche, Tomás durmió tranquilo y orgulloso de su valentía. Sus padres, al ver el cambio en él, lo felicitaron y le dijeron que estaban muy orgullosos de su valentía. Tomás sabía que, con la ayuda de su amigo Fito, había aprendido a enfrentar sus miedos y a dormir solo como un verdadero valiente.

FIN.

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