El valiente equipo de Villa Esperanza



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los niños vivían felices y se llevaban muy bien.

No había espacio para el bullying ni para la tristeza, porque en ese lugar todos entendían que la amistad y el respeto eran lo más importante. En esta historia conoceremos a Mateo, un niño de 8 años lleno de energía y creatividad.

A Mateo le encantaba jugar al fútbol con sus amigos del vecindario, pero siempre había algo que le preocupaba: su hermanito Lucas. Lucas tenía 6 años y era diferente a los demás niños. No hablaba mucho y no entendía algunas cosas tan rápido como los demás.

Esto hacía que algunos niños se burlaran de él e incluso lo excluyeran de los juegos. Aunque Mateo estaba triste por esto, sabía que tenía que hacer algo para cambiar la situación.

Un día, mientras jugaban al fútbol en el parque, Mateo notó que Lucas estaba sentado solo en un banco observando desde lejos. Sin dudarlo un segundo, decidió acercarse a él y preguntarle qué pasaba. "¿Qué te pasa, Lucas? ¿Por qué no estás jugando con nosotros?"- preguntó Mateo preocupado.

Lucas bajó la mirada y susurró "Es que nadie quiere jugar conmigo... Me dicen cosas feas". Mateo sintió una gran indignación ante las palabras de su hermanito. Sabía que tenía que hacer algo para detener esa injusticia.

"No te preocupes Lucas", dijo decidido Mateo "Voy a hablar con mis amigos sobre esto". Mateo reunió a sus amigos y les contó lo que estaba sucediendo.

Todos se sorprendieron y prometieron ayudar a Lucas, porque sabían que el bullying no tenía lugar en Villa Esperanza. A partir de ese día, cada vez que alguien se burlaba de Lucas, Mateo y sus amigos salían en su defensa. No permitían que nadie le hiciera daño ni lo excluyera de los juegos.

Pronto, todos los niños del pueblo se dieron cuenta de la importancia de la amistad y el respeto. Un día, mientras Mateo jugaba al fútbol con sus amigos, un nuevo niño llamado Nicolás llegó al parque. Parecía muy tímido y asustado.

"Hola" , dijo tímidamente Nicolás "Me llamo Nicolás ¿Puedo jugar con ustedes?". Mateo sonrió amablemente y respondió "¡Claro! ¡Bienvenido! Aquí todos somos amigos".

Nicolás se sintió aliviado y emocionado por haber encontrado un grupo donde ser aceptado sin importar cómo era. Desde ese día, Mateo y sus amigos enseñaron a Nicolás todo sobre el juego del fútbol e incluso organizaron una fiesta para darle la bienvenida.

El tiempo pasó y en Villa Esperanza reinaba la alegría y el respeto entre todos los niños. El bullying había desaparecido por completo gracias a la valentía de Mateo y sus amigos. Y así fue como Mateo aprendió una gran lección: cuando nos unimos para apoyarnos mutuamente, podemos lograr grandes cosas.

En Villa Esperanza nunca más hubo espacio para el bullying porque todos entendieron que juntos podían hacer del mundo un lugar mejor. Fin.

FIN.

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