El valiente Galleta



Había una vez un pequeño hamster llamado Galleta que vivía en una acogedora casa con sus dueños, Ana y Juan.

Galleta era curioso y travieso, le encantaba explorar cada rincón de su jaula y observar todo lo que pasaba a su alrededor. Un día, mientras Ana limpiaba la jaula de Galleta, él se sentía un poco inquieto por todos los movimientos a su alrededor.

"Tranquilo, Galleta, solo estoy limpiando tu hogar para que esté reluciente", dijo Ana con cariño. Galleta se sintió reconfortado al escuchar la voz amable de su dueña y comenzó a corretear felizmente por su jaula recién limpia.

Cuando Ana y Juan decidían dejar salir a Galleta para que pudiera corretear un poco por la casa, él se sentía emocionado y agradecido. "¡Qué felicidad poder explorar nuevos lugares!", pensaba Galleta mientras recorría cada rincón con curiosidad.

Le gustaba sentir el suave contacto del piso bajo sus patitas y descubrir nuevos olores y sabores. Por las noches, cuando todos en la casa dormían profundamente, Galleta aprovechaba para hacer ejercicio en su ruedita y jugar con sus juguetes favoritos.

Le gustaba imaginar grandes aventuras mientras corría sin parar en su ruedita, sintiéndose libre y lleno de energía. Un día, mientras jugaba cerca de la ventana de su jaula, vio caer una pequeña semilla desde un árbol cercano. Sin dudarlo, Galleta decidió plantarla en un rinconcito de su jaula.

Día tras día cuidó la semilla con amor, regándola con pequeñas gotas de agua que alcanzaba con sus patitas. Con el tiempo, aquella semilla creció hasta convertirse en una hermosa planta que alegraba el hogar de todos con sus coloridas flores.

Ana y Juan se sorprendieron al ver cómo Galleta había cuidado tan bien de aquella planta. Estaban orgullosos de tener un hamster tan especial como compañero.

Desde ese día, Galleta siguió viviendo aventuras dentro y fuera de su jaulita, siempre llenando la casa con alegría y amor. Aprendió que incluso siendo pequeño podía hacer grandes cosas si ponía todo su corazón en ello.

Y así fue como el valiente hamster llamado Galleta enseñó a todos en la casa que el tamaño no importa cuando se tiene bondad en el corazón.

FIN.

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