El valiente guardián del bosque



Había una vez, en un hermoso bosque lleno de árboles altos y coloridas flores, vivía un pequeño dinosaurio llamado Juan. A diferencia de los demás dinosaurios, Juan tenía un colorido pelaje rojo como una frutilla madura.

Por eso, todos lo llamaban "Juan Pequeño Frutilla". Juan era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con sus amigos Lucas el león y Martina la mariposa.

"¡Hola Juan! ¿Qué estás haciendo?" preguntó Lucas emocionado. "Estoy buscando algo emocionante para hacer hoy", respondió Juan entusiasmado. Martina revoloteó a su alrededor y sugirió: "Podríamos ir a explorar la cueva del gigante". Los ojos de Juan se iluminaron de emoción.

¡Explorar la cueva del gigante sonaba realmente emocionante! Sin pensarlo dos veces, los tres amigos se adentraron en el oscuro bosque hasta llegar a la entrada de la cueva del gigante.

La entrada era tan grande que parecía que solo un verdadero gigante podría haberla creado. Mientras avanzaban por el interior de la cueva, escucharon extraños ruidos provenientes de las profundidades. El corazón de Juan latía rápidamente mientras imaginaba qué tipo de criaturas podrían estar allí dentro.

De repente, se encontraron con una puerta misteriosa cubierta con hojas y ramas secas. Intrigados por lo que podían encontrar detrás de ella, decidieron abrirla cuidadosamente.

Al abrir la puerta, se encontraron con un hermoso jardín secreto lleno de plantas exóticas y coloridas. En el centro del jardín había un árbol gigante cargado de frutas jugosas y apetitosas. Juan no pudo resistirse a la tentación y corrió hacia el árbol para probar una fruta.

Pero al hacerlo, oyó un ruido fuerte detrás de él. Cuando se dio vuelta, vio que la puerta misteriosa estaba cerrada nuevamente y sus amigos Lucas y Martina habían desaparecido. "¡Ayuda! ¡Estoy atrapado!" gritó Juan desesperadamente.

De repente, una voz suave resonó en el jardín: "Tranquilo, Juan. No estás atrapado". Juan miró hacia arriba y vio a un viejo búho sabio posado en una rama del árbol gigante.

El búho le explicó que el jardín era mágico y solo podía ser visitado por aquellos que tuvieran un corazón valiente y curioso como el de Juan. Además, les dijo que sus amigos no habían desaparecido realmente, sino que habían sido transportados a otro lugar dentro del bosque.

Con determinación en su mirada, Juan decidió encontrar a sus amigos sin importar qué obstáculos se interpusieran en su camino.

Siguiendo los consejos del búho sabio, exploró cada rincón del bosque hasta que finalmente encontró a Lucas y Martina atrapados en una telaraña enorme tejida por una araña gigante. Sin pensarlo dos veces, Juan utilizó su agilidad y su pelaje rojo para distraer a la araña mientras Lucas y Martina se liberaban de la telaraña.

Una vez que estuvieron a salvo, los tres amigos regresaron al jardín mágico donde el búho sabio les reveló que solo aquellos que superaran sus miedos y ayudaran a otros podían convertirse en verdaderos guardianes del bosque. Desde ese día, Juan Pequeño Frutilla se convirtió en un valiente protector del bosque.

Ayudaba a los animales perdidos, cuidaba las plantas y enseñaba a otros sobre la importancia de preservar la naturaleza.

Y así, gracias a su coraje y amabilidad, Juan Pequeño Frutilla se convirtió en una leyenda viva del bosque, inspirando a todos los que lo conocían con su espíritu aventurero y su amor por la naturaleza.

FIN.

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