El valiente guardián del bosque


un día soleado decidieron aventurarse en el bosque cercano a su pueblo. Jorgito llevaba consigo un libro sobre insectos y estaba decidido a enfrentar sus miedos. Mientras caminaban entre los árboles, Jorgito observó una mariposa posada en una flor.

Se acercó lentamente, respirando profundo para tranquilizarse. "-No te preocupes, Jorgito. Solo es una mariposa", se animó Clariza.

Jorgito extendió su mano con cuidado hacia la mariposa y sintió un cosquilleo cuando esta aterrizó delicadamente en su dedo. Sonrió de emoción al verla volar hacia otra flor. "¡Lo logré! No fue tan difícil como pensé", exclamó emocionado. Continuaron caminando por el bosque y encontraron un pequeño arroyo lleno de libélulas revoloteando sobre el agua cristalina.

Jorgito decidió acercarse aún más para observarlas detenidamente. Sin embargo, al intentar dar un paso adelante, pisó accidentalmente un montículo de hormigas que rápidamente comenzaron a subir por sus piernas.

Jorgito entró en pánico y empezó a saltar desesperadamente mientras gritaba: "-¡Ayuda! ¡Las hormigas me están atacando!"Clariza se apresuró a ayudarlo y juntos sacudieron las hormigas de su ropa hasta que finalmente se desprendieron todas ellas.

"Tranquilo, Jorgito", le dijo Clariza con ternura, "las hormigas solo estaban defendiendo su hogar". Jorgito respiró aliviado y se dio cuenta de que, aunque había tenido un pequeño contratiempo, no tenía por qué temerles a las hormigas.

Tomó el libro sobre insectos y comenzó a leer más acerca de ellas para entender mejor su comportamiento. Continuaron su paseo y pronto encontraron una telaraña gigante colgando entre dos árboles. Jorgito miraba con asombro la habilidad de la araña para tejerla.

"-Es impresionante cómo pueden crear algo tan hermoso", comentó admirado. Clariza sugirió que intentaran atravesar la telaraña sin romperla. Jorgito dudaba, pero estaba decidido a enfrentar sus miedos.

Con mucho cuidado, empezaron a caminar lentamente entre los hilos pegajosos hasta llegar al otro lado sin dañar la obra maestra de la araña. Jorgito se sintió valiente y orgulloso de sí mismo. Había superado sus miedos a los insectos y aprendido a respetarlos en su hábitat natural.

Se dio cuenta de que cada uno cumplía un papel importante en el equilibrio del ecosistema. Al final del día, regresaron al pueblo con una gran sonrisa en sus rostros.

Jorgito compartió su experiencia con otros niños del pueblo e incluso les enseñó lo que había aprendido sobre los insectos. Desde ese día, Jorgito se convirtió en un defensor de la naturaleza y promovió el respeto hacia todos los seres vivos, grandes o pequeños.

Y siempre recordaría aquel paseo especial junto a Clariza como el día en que superó sus miedos y descubrió la belleza de los insectos.

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