El valiente Juanito
Había una vez un niño llamado Juan Cruz, a quien todos conocían como "Cansador Llorón". Juan Cruz era un niño que se cansaba muy rápido de hacer cualquier actividad y siempre terminaba llorando.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Juan Cruz se cansó de correr y empezó a llorar. Sus amigos trataron de animarlo, pero él no quería seguir jugando. Entonces apareció la señora Ana, una amiga de la mamá de Juan Cruz.
La señora Ana se acercó a Juan Cruz y le dijo: "Sabes, Juanito, entiendo que te canses porque todos nos cansamos alguna vez.
Pero si te rindes cada vez que algo te resulta difícil o aburrido, nunca podrás disfrutar las cosas maravillosas que la vida tiene para ofrecerte". Juan Cruz levantó la cabeza y miró curioso a la señora Ana. Ella continuó: "Te propongo un desafío: durante toda esta semana vamos a intentar hacer actividades nuevas juntos.
Así aprenderás a enfrentar los retos con valentía y descubrirás lo divertido que puede ser superar tus propias limitaciones". Juan Cruz pensó por un momento y decidió aceptar el desafío.
Al día siguiente, la señora Ana llegó puntualmente a su casa para llevarlo al primer reto del día: escalar una pequeña montaña en el bosque cercano. Al principio, Juan Cruz estaba asustado e inseguro.
Pero con el apoyo constante de la señora Ana y su paciencia infinita, logró llegar hasta la cima de esa montaña tan alta. Desde allí arriba pudo ver un paisaje hermoso y se sintió orgulloso de sí mismo. Cada día, la señora Ana llevaba a Juan Cruz a hacer una actividad diferente.
Juntos aprendieron a andar en bicicleta, cocinar galletitas, pintar cuadros y hasta tocar un instrumento musical. Cada vez que Juan Cruz sentía ganas de rendirse o llorar, la señora Ana le recordaba lo valiente y capaz que era.
Poco a poco, Juan Cruz dejó de ser "Cansador Llorón" y se convirtió en "Juanito Valiente". Descubrió que cada vez que superaba un desafío, se sentía más fuerte y confiado.
Un día, mientras jugaban al fútbol con sus amigos en el parque, Juanito Valiente cayó al suelo después de haber recibido un golpe. Todos esperaban que empezara a llorar como siempre hacía antes. Pero esta vez, algo había cambiado.
Juanito Valiente se levantó rápidamente y les dijo a sus amigos: "¡No me rindo tan fácilmente! ¡Vamos a seguir jugando!" Y así lo hicieron. Ese día todos pudieron ver lo mucho que había crecido Juanito Valiente. Desde entonces, Juanito Valiente nunca volvió a renunciar ante las dificultades.
Aprendió que los retos son oportunidades para crecer y descubrir nuevas habilidades dentro de uno mismo. La historia de Juanito Valiente nos enseña la importancia de ser valientes frente a los desafíos y no rendirnos ante las dificultades.
Con paciencia y perseverancia podemos superar cualquier obstáculo y encontrar nuestro verdadero potencial.
FIN.