El valiente Juanito y el hada del bosque



Había una vez un niño llamado Juanito, que siempre estaba lleno de energía y travesuras. Siempre desobedecía a su mamá y no hacía caso cuando le decía que no se alejara demasiado de casa.

Un día, mientras jugaba en el bosque cerca de su casa, se adentró más y más sin darse cuenta de ello. De repente, al darse cuenta de que estaba perdido, comenzó a sentir miedo.

El bosque parecía oscuro y tenebroso, lleno de árboles altos y sombras espeluznantes. Y para empeorar las cosas, escuchó unos extraños ruidos provenientes entre los arbustos. -¿Quién está ahí? -preguntó Juanito temeroso. De pronto apareció un pequeño hada llamada Aurora.

Tenía alas brillantes y una sonrisa amable en su rostro. -Hola, Juanito -dijo Aurora con voz dulce-. Parece que te has metido en problemas. -Sí -respondió Juanito-, me he perdido en este bosque tan grande y ahora tengo mucho miedo.

Aurora miró a su alrededor y vio cómo algunos monstruos se acercaban lentamente hacia ellos. -Juanito -le dijo el hada-, si quieres salir sano y salvo de este lugar debes aprender algo muy importante: ser un niño bueno.

-¿Un niño bueno? ¿Cómo puedo hacer eso? -preguntó Juanito confundido. -Ahora escucha atentamente -dijo Aurora-. Ser un niño bueno significa respetar a los demás, obedecer a tus padres e intentar ayudar siempre que puedas. Si haces eso, los monstruos no te harán daño.

Juanito asintió con la cabeza y prometió hacer todo lo que el hada le había dicho. A medida que avanzaban por el bosque, Juanito comenzó a poner en práctica las enseñanzas de Aurora.

Vio a un pequeño pajarito atrapado entre las ramas de un árbol y decidió ayudarlo. Usando su ingenio, encontró una rama larga y logró liberar al pajarito. -Gracias, Juanito -chirrió el pajarito mientras volaba hacia el cielo-. Ahora tienes un amigo para siempre.

Mientras continuaban su camino, también se encontraron con una tortuga atrapada en un charco de lodo. Juanito decidió ayudarla y con mucho cuidado la sacó del lodo y la colocó en un lugar seguro. -Gracias, Juanito -dijo la tortuga-, eres muy amable.

Nunca olvidaré tu bondad. Finalmente, luego de muchas aventuras emocionantes y actos de bondad por parte de Juanito, llegaron al final del bosque donde lo esperaba su mamá angustiada.

-¡Juanito! ¡Estaba tan preocupada por ti! -exclamó su mamá mientras lo abrazaba fuertemente-. Prométeme que nunca más te alejarás sin permiso. -Sí, mamá -respondió Juanito sinceramente-. He aprendido mi lección. Seré siempre un niño bueno a partir de ahora.

Y así fue como Juanito entendió que ser obediente y amable no solo hacía felices a los demás sino también lo protegía de los peligros. Desde ese día, se convirtió en un niño ejemplar que siempre ayudaba a los demás y nunca desobedecía a su mamá.

Y cada vez que Juanito pasaba por el bosque, el hada Aurora sonreía desde las ramas de un árbol cercano, feliz de haber guiado a Juanito hacia el camino correcto.

FIN.

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