El valiente lazo entre Sofía y Draco


Había una vez, en un bosque encantado, una niña llamada Sofía. Sofía era muy aventurera y siempre le gustaba explorar los rincones más ocultos del bosque.

Un día, mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, escuchó un ruido extraño que venía de lo profundo del bosque. Intrigada por el sonido, Sofía decidió seguirlo hasta llegar a un claro donde se encontraba un enorme dragón. El dragón tenía escamas verdes brillantes y ojos amarillos como el sol.

En lugar de asustarse, la valiente Sofía se acercó al dragón con curiosidad. "¡Hola! ¿Quién eres?"- preguntó Sofía con entusiasmo. El dragón miró a la niña con sorpresa y respondió: "Soy Draco, el último de mi especie.

¿Y tú quién eres?""Soy Sofía"- contestó ella-. "¿Qué haces aquí solo?"Draco suspiró tristemente y explicó: "Estoy aquí porque todos en el pueblo me temen. Piensan que soy peligroso y no quieren tener nada que ver conmigo".

Sofía notó la tristeza en los ojos del dragón y decidió hacer algo al respecto. "No te preocupes Draco", le dijo ella amablemente. "Yo no pienso que seas peligroso; creo que eres increíble".

A partir de ese momento, Sofía visitaba a Draco todos los días en el claro del bosque. Juntos jugaban a las escondidas entre los árboles gigantes y contaban historias emocionantes.

A medida que pasaba el tiempo, Sofía se dio cuenta de que Draco era un dragón muy amable y noble. Un día, cuando Sofía regresó al pueblo, decidió compartir la noticia sobre su nuevo amigo con todos. Pero en lugar de recibir apoyo y felicitaciones, se encontró con miedo y rechazo.

La gente del pueblo no podía creer que una niña pudiera ser amiga de un dragón. "¡Estás loca!"- le gritaron algunos.

"¡Los dragones son peligrosos!"Sofía se sintió triste por las palabras hirientes de los demás, pero no dejó que eso la desanimara. Sabía en su corazón que Draco era especial y merecía ser aceptado. Decidida a demostrarlo, Sofía organizó una reunión en el claro del bosque para mostrarles a todos cómo Draco era inofensivo.

Llegado el día acordado, las personas del pueblo se congregaron en el claro expectantes. Draco salió de entre los árboles lentamente, mostrando su imponente figura ante la multitud silenciosa.

Pero en lugar de rugir o lanzar fuego como esperaban algunos, Draco simplemente les miró con ternura y extendió sus alas majestuosas hacia arriba. La gente quedó asombrada ante tal espectáculo y poco a poco comenzaron a darse cuenta de que habían juzgado mal al dragón solo por su apariencia temible.

Sofía tomó la palabra: "Este es mi amigo Draco", dijo con valentía-. "Es gentil, amable y nunca ha hecho daño a nadie". Las palabras de Sofía resonaron en los corazones de todos y pronto el miedo se convirtió en curiosidad.

Uno a uno, las personas del pueblo se acercaron a Draco, lo acariciaron y le dieron la bienvenida. A partir de ese día, Draco dejó de ser un forastero temido y se convirtió en una parte querida del pueblo.

Los niños jugaban con él, los adultos lo admiraban y todos aprendieron que no debemos juzgar a alguien por su apariencia o prejuicios infundados.

Sofía demostró que la amistad puede superar cualquier barrera y enseñó al mundo que el amor y la comprensión son más fuertes que el miedo. Y así, ella y Draco vivieron felices para siempre, recordando siempre que la verdadera belleza está en el corazón.

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