El valiente Linpim y sus desafíos en el árbol



Había una vez en un árbol muy alto, una familia de pajaritos. La mamá pajarito se llamaba Pimpolina y su hijito era un pequeño pajarito muy travieso llamado Linpim.

Un día soleado, Pimpolina le dijo a Linpim: "Hijito, me voy al supermercado a buscar comida. Quédate aquí portándote bien y no te alejes del nido". "Sí, mamá, no te preocupes. Me quedaré aquí como un buen pajarito", respondió Linpim con entusiasmo.

Pimpolina voló hacia el supermercado dejando a Linpim solo en el nido. Al principio, todo iba bien. Linpim cantaba feliz y miraba cómo las nubes pasaban por el cielo azul. Pero de repente, comenzaron a soplar fuertes vientos que sacudieron el árbol.

"¡Ay! ¡Qué miedo!", pió asustado Linpim mientras agarraba con fuerza las ramas del árbol. Los vientos eran tan fuertes que hicieron que el nido de Linpim se tambaleara peligrosamente.

El pequeño pajarito sintió mucho miedo al verse tan vulnerable sin su madre cerca para protegerlo. "Mamá, mamá, ¿dónde estás?", piaba desesperadamente Linpim. Justo en ese momento, un grupo de pájaros traviesos se acercó al árbol y empezaron a burlarse de Linpim por estar solo y asustado.

"¡Mirá ese pajarito solitario temblando de miedo! ¡Jajaja!", chirriaban los pájaros burlones. Linpim se sintió triste y avergonzado por las burlas de los otros pájaros.

Cerró sus ojitos con fuerza y recordó las palabras sabias de su mamá: "En momentos difíciles, debes ser valiente y confiar en ti mismo".

Decidido a seguir el consejo de su mamá, Linpim abrió sus ojitos y con voz firme les dijo a los pájaros burlones:"Sí, estoy solo en este momento pero soy valiente y sé que puedo salir adelante". Los pájaros burlones se quedaron sorprendidos por la determinación de Linpim e inmediatamente dejaron de molestarlo. En ese instante, el viento cesó y todo volvió a estar tranquilo.

Poco después, Pimpolina regresó del supermercado cargada con semillas deliciosas para compartir con su hijo. "¡Mamá! ¡Estoy tan contento de verte!", pió emocionado Linpim al verla llegar sana y salva.

Pimpolina abrazó a su hijo con cariño y le dijo lo orgullosa que estaba de él por haber sido valiente en su ausencia. Desde ese día, Linpim aprendió que aunque las cosas puedan ponerse difíciles cuando estamos solos, siempre podemos encontrar fuerzas dentro de nosotros mismos para enfrentar los desafíos.

Y así juntos siguieron viviendo aventuras maravillosas en lo alto del árbol donde la valentía y el amor siempre reinaban.

FIN.

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