El valiente Lucas y las serpientes de la selva
Era un caluroso día en la selva de Misiones, y un niño llamado Lucas estaba emocionado por estar de vacaciones en casa de su abuelo. Él adoraba explorar la naturaleza, trepar árboles y correr entre los ríos. Sin embargo, un día, mientras jugaba cerca de un arroyo, se distrajo persiguiendo a un colorido loro. Sin darse cuenta, se alejó mucho de casa y, al mirar alrededor, se dio cuenta de que estaba completamente perdido.
"¡Abuelo!" -gritó Lucas, pero solo recibió el eco de su propia voz.
Asustado pero decidido, comenzó a caminar en busca de un camino de regreso. A medida que se adentraba en la selva, se encontró con un lugar mágico lleno de flores brillantes y árboles altísimos.
De repente, algo se movió justo detrás de él. Era una serpiente gigante verde y amarilla, con ojos que brillaban como joyas. Lucas se quedó paralizado.
"No te preocupes, niño. No te haré daño" -dijo la serpiente, moviendo su cola suavemente."Soy Serafina, la guardiana de la selva. He estado observándote desde que llegaste."
Lucas respiró profundamente, aliviado y curioso.
"¿Por qué estoy perdido? Necesito encontrar el camino de regreso a casa" -dijo Lucas mientras miraba a su alrededor con ansiedad.
"La selva puede ser confusa. Pero puedes aprender a seguir tus instintos. Si me sigues, te mostraré cómo" -replicó Serafina, coqueteando con la posibilidad de ayudarle.
Serafina guió a Lucas a través de la selva, mostrándole las plantas y árboles que eran comestibles, y las huellas de diferentes animales. Mientras caminaban, se encontraron con otros animales que también tenían historias que contar. Un viejo loro les explicaba cómo preparar una trampa de agua con hojas para refrescarse, y un perezoso les enseñaba la importancia de tomarse su tiempo para observar el entorno.
"Mientras más aprendas sobre la selva, más fácil será encontrar tu camino" -decía Serafina mientras se movía ágilmente entre las ramas.
Pero de repente, apareció otro serpiente gigante, esta vez de un color púrpura intenso.
"¡Qué lindo que viene un niño!" -exclamó la serpiente maliciosa, chamada Escarlata."Espero que no pienses que podrás salir de aquí."
Lucas sintió un escalofrío recorrer su espalda.
"¡Serafina! ¿Qué hacemos?" -preguntó angustiado.
"La clave es la calma y la inteligencia" -respondió ella. "Debemos hacer que Escarlata vea que no eres un enemigo. Muestra valentía y confianza."
Con determinación, Lucas se acercó a Escarlata y, en lugar de huir, le habló.
"¡Hola! Soy Lucas. Solo quiero volver a casa. No quiero hacerte daño."
Escarlata lo miró con sorpresa. Había esperado que el niño gritara o se asustara, pero Lucas actuó con valentía.
"Hmm, estás muy tranquilo. ¿Cómo es que no me temes?"
"Porque sé que todos en la selva tienen un papel. Tal vez tú eres un protector también, ¿verdad?" -dijo Lucas, con una sonrisa.
Escarlata, intrigada, dejó de lado su malicia.
"Quizás tengas razón, pequeño. Todos debemos convivir. La selva es grande para todos."
Serafina observó la interacción, satisfecha.
"Ves, Lucas. Escuchar y entender a los demás es fundamental." -dijo Serafina.
Las serpientes, ahora reconciliadas, decidieron ayudar a Lucas a encontrar su camino a casa. Juntos hicieron un plan.
"Vamos a seguir este arroyo" -dijo Serafina"siempre nos llevará hacia la salida."
Lucas, ahora rodeado de amigos en la selva, se sintió fuerte. Aprendió que no solo debemos ser valientes, sino también comprensivos. Después de un rato, sintió que el aire se tornaba más familiar. Pronto llegaron a un lugar donde podía ver su casa.
"¡Lo logramos! ¡Pude volver!" -exclamó maravillado.
Las serpientes sonrieron y se despidieron.
"Recuerda, Lucas: la selva es un lugar mágico. Cuida de ella y de sus habitantes." -dijo Serafina, antes de desaparecer entre los árboles.
Lucas llegó a casa, y aunque estaba cansado, tenía un brillo en los ojos. Nunca olvidaría la aventura y las lecciones que aprendió en la selva, y prometió cuidar de la naturaleza de ahora en adelante.
Desde aquel día, cada vez que miraba a su alrededor, recordaba que, aunque el miedo puede ser grande, la valentía, la curiosidad y la comprensión son aún más fuertes.
FIN.