El valiente mago Tomás



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Una noche, mientras estaba en su cama, una tormenta se desató afuera y los truenos resonaban fuertemente.

A pesar de que le encantaba la lluvia, a Tomás le daba miedo la oscuridad y los ruidos fuertes. Tomás decidió levantarse de su cama y buscar consuelo en el salón principal de su casa.

Allí encontró a su mamá, quien también estaba preocupada por la tormenta. "Mamá, tengo miedo", dijo Tomás temblando. Su mamá lo abrazó cariñosamente y le dijo: "No te preocupes, mi amor. Los truenos son solo ruidos fuertes que hacen las nubes cuando chocan entre sí.

La oscuridad es solo ausencia de luz". Aunque las palabras de su mamá lo tranquilizaron un poco, Tomás todavía tenía miedo.

Entonces se le ocurrió una idea: "¿Qué tal si vamos a la escuela? Allí siempre hay mucha luz y no estaré solo". La mamá de Tomás pensó por un momento y luego asintió con una sonrisa: "¡Claro! Vamos a ir juntos a la escuela esta noche".

Tomás se puso sus zapatos rápidamente y tomó la mano de su mamá mientras caminaban hacia la escuela bajo la lluvia torrencial. Al llegar allí, encontraron todas las luces encendidas y los pasillos llenos de coloridos carteles. Pero justo cuando Tomás comenzaba a sentirse más seguro, escucharon un ruido extraño.

Al voltear la cabeza, vieron a dos payasos riendo y haciendo trucos en el patio de la escuela. "¡Mamá, los payasos me asustan!", exclamó Tomás. Su mamá lo abrazó fuertemente y le susurró al oído: "Es solo una actuación, mi amor.

Los payasos están aquí para hacernos reír y divertirnos". Tomás miró a su mamá con curiosidad y decidió darle una oportunidad a esos payasos.

Se acercó lentamente al patio de la escuela y se dio cuenta de que no eran malvados ni espeluznantes como pensaba. De hecho, estaban haciendo trucos mágicos y contando chistes que hicieron reír a todos los niños. A medida que pasaba el tiempo, Tomás comenzó a olvidar su miedo inicial.

La oscuridad ya no era algo aterrador para él, los truenos eran simplemente sonidos interesantes en el cielo y los payasos se convirtieron en sus nuevos amigos.

Desde esa noche, cada vez que había una tormenta Tomás recordaba su visita nocturna a la escuela y cómo había superado sus miedos. Aprendió que enfrentar tus temores puede llevarte a descubrir cosas maravillosas e inesperadas.

Con el paso del tiempo, Tomás decidió convertirse en un mago para hacer reír a las personas como aquellos payasos lo habían hecho con él aquella noche lluviosa. Y así fue como encontró su verdadera pasión en la vida: traer alegría a los demás.

Y así, la historia de Tomás nos enseña que no debemos dejar que nuestros miedos nos detengan. Siempre hay una manera de superarlos y encontrar algo maravilloso al otro lado.

FIN.

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