El valiente Mateo



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde muy pequeño, Mateo tenía miedo a todo.

Le daba miedo la oscuridad, los ruidos fuertes, los animales y hasta su propia sombra. Un día, mientras caminaba por el parque con su amiga Lola, vieron a un grupo de niños jugando al fútbol. Mateo se acercó tímidamente y les preguntó si podía jugar con ellos.

"Claro que sí, ven y únete a nuestro equipo", respondió uno de los niños. Mateo estaba emocionado pero también asustado. No sabía cómo jugar al fútbol y temía hacer el ridículo frente a todos.

Sin embargo, decidió enfrentar su miedo y dar lo mejor de sí mismo. El partido comenzó y Mateo hizo todo lo posible para participar. Aunque se tropezaba algunas veces y cometía errores, no dejó que eso lo detuviera.

Los niños del equipo lo animaban cada vez que hacía algo bien y le explicaban las reglas del juego cuando tenía dudas. Poco a poco, Mateo fue ganando confianza en sí mismo. Descubrió que el fútbol era divertido y emocionante.

Ya no tenía tanto miedo de cometer errores o de ser juzgado por los demás. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al pueblo con sus amigos Lola y Juanito, escucharon un ruido extraño detrás de unos arbustos. "¿Qué fue eso?", preguntó Mateo temerosamente.

"No lo sé", respondió Lola. "Pero no hay nada que temer. Vamos a investigar". Los tres amigos se acercaron despacio al arbusto y descubrieron que el ruido provenía de un pequeño conejito asustado.

Mateo, recordando su experiencia en el fútbol, decidió enfrentar su miedo una vez más. "Tranquilo, conejito", le dijo con voz suave. "No te haré daño. ¿Necesitas ayuda?"El conejito miró a Mateo con ojos llenos de miedo pero también de esperanza.

Mateo extendió su mano lentamente y el conejito la olió antes de acercarse para dejarse acariciar. Desde ese día, Mateo comenzó a superar sus miedos uno por uno.

Aprendió que no todos los ruidos eran peligrosos, que las sombras eran solo sombras y que los animales podían ser amigables. Con cada nuevo desafío que enfrentaba, Mateo se volvía más valiente y seguro de sí mismo.

Se dio cuenta de que el miedo era solo una barrera imaginaria y que si se atrevía a superarlo, podía descubrir cosas maravillosas. Y así fue como Mateo dejó atrás sus temores y vivió una vida llena de aventuras emocionantes junto a sus amigos.

Aprendió a enfrentar los obstáculos con valentía y siempre recordaba la importancia de apoyarse mutuamente en momentos difíciles. La historia de Mateo nos enseña que todos tenemos miedos, pero lo importante es no dejar que nos controlen.

Siempre hay una forma de superarlos si nos atrevemos a dar el primer paso hacia adelante.

FIN.

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