El valiente Molle y su abuela Alicia
Había una vez un pequeño bebé llamado Molle, que vivía en la hermosa ciudad de Córdoba. A pesar de tener solo 3 meses de edad, Molle era un bebé muy serio pero también muy activo.
Le encantaba estar al aire libre, sentir el sol y el viento en su rostro mientras paseaba con sus padres. Un día, los padres de Molle tuvieron que hacer un viaje a Oberá, una ciudad situada en la provincia de Misiones.
Decidieron llevar a Molle para que pudiera conocer a su abuela Alicia, quien ya tenía 70 años y vivía allí desde que llegó como inmigrante alemana.
Molle cumplió 4 meses cuando llegó a Oberá y fue recibido con mucho amor por su abuela Alicia. La abuela era rubia y tenía unos ojos celestes llenos de ternura. Desde el primer momento, se dieron cuenta de que tenían una conexión especial.
Alicia sabía lo mucho que le gustaba a Molle estar al aire libre, así que decidió llevarlo a pasear por los hermosos bosques cercanos a Oberá.
Caminaban juntos bajo la sombra de los árboles gigantes mientras escuchaban el canto de los pájaros y sentían la brisa fresca en sus caras. "¡Qué hermoso es este lugar! ¡Me encanta!", exclamó Alicia entusiasmada. Molle sonrió y balbuceó como si entendiera cada palabra. Parecía feliz rodeado de tanta naturaleza y amor maternal.
Sin embargo, un día mientras caminaban por el bosque, Alicia tropezó con una raíz y cayó al suelo. Se lastimó la pierna y no podía levantarse. Molle, aunque era solo un bebé, se dio cuenta de que algo estaba mal.
Comenzó a llorar desconsoladamente mientras intentaba comunicarle a su abuela que necesitaba ayuda. Afortunadamente, unas personas que también estaban paseando por el bosque escucharon los llantos de Molle y acudieron en su ayuda.
Llamaron a una ambulancia y llevaron a Alicia al hospital para recibir atención médica. Molle fue llevado con ellos para asegurarse de que estuviera bien cuidado. Mientras esperaban en el hospital, Molle se mantuvo serio pero muy atento a todo lo que ocurría a su alrededor.
Después de un tiempo, los médicos informaron que Alicia se había fracturado la pierna, pero se recuperaría con el tiempo. Molle sonrió al escuchar las buenas noticias y supo que todo saldría bien.
Pasaron varios días en el hospital hasta que Alicia finalmente pudo regresar a casa con una pierna enyesada. Aunque estaba limitada en sus movimientos, eso no impidió que siguiera compartiendo momentos especiales con Molle. Alicia decidió convertir su hogar en un lugar lleno de actividades educativas para Molle.
Juntos leían cuentos infantiles, jugaban juegos didácticos y exploraban diferentes texturas y sonidos. Con cada día que pasaba, Molle iba creciendo más fuerte e inteligente gracias al amoroso cuidado de su abuela Alicia.
Aprendió sobre la importancia del respeto hacia la naturaleza y cómo disfrutar de los pequeños detalles que ofrece cada día. Cuando Molle cumplió su primer año, la pierna de Alicia ya estaba completamente sanada.
Decidieron celebrar con una gran fiesta en el jardín, rodeados de flores y amigos. Molle, ahora un niño alegre y curioso, nunca olvidaría aquellos meses junto a su abuela Alicia en Oberá.
Siempre llevaría consigo el amor por la naturaleza y la valiosa lección de ayudar a los demás, incluso cuando solo éramos bebés. Y así fue como Molle creció para convertirse en un adulto amante de la naturaleza y comprometido con el cuidado del medio ambiente.
Inspirado por su abuela Alicia, se convirtió en un defensor activo de la naturaleza y trabajó arduamente para protegerla para las futuras generaciones. Fin.
FIN.