El valiente niño de la casa abandonada



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo. Tomás era muy valiente y aventurero, pero tenía un gran miedo a los payasos. Le daba pánico ver sus caras pintadas y sus ropas coloridas.

Un día, mientras caminaba por el pueblo, vio una casona abandonada al final de la calle. La casona tenía una reputación de ser embrujada y todos los niños del pueblo decían que estaba llena de monstruos y fantasmas.

A pesar de su miedo a los payasos, Tomás decidió enfrentar su temor y entrar a explorar la casona. Cuando entró, se encontró con una sorpresa inesperada: había un libro mágico en el centro de la sala principal.

El libro parecía antiguo y desgastado, pero algo le llamaba la atención. Sin pensarlo dos veces, Tomás abrió el libro y comenzó a leer lo que decían las páginas.

De repente, un haz de luz salió del libro y cobró forma de payaso frente a sus ojos asombrados. El payaso se presentó como Pepito Risitas e hizo reír tanto a Tomás que empezaron a olvidarse por completo del miedo.

"¡Hola! Soy Pepito Risitas, el payaso más divertido del mundo", dijo Pepito con una risa contagiosa. "¡Hola! Soy Tomás", respondió el niño sonriendo. Pepito le explicó que era un payaso diferente porque no hacía trucos espeluznantes ni intentaba asustar a nadie.

Su objetivo era hacer reír y alegrar los corazones de las personas. Tomás y Pepito se hicieron amigos rápidamente y comenzaron a explorar juntos la casona. Descubrieron habitaciones llenas de juguetes abandonados, que los niños del pueblo habían dejado allí hace muchos años.

Tomás imaginó cómo esos juguetes podrían traer felicidad a los niños necesitados, así que decidieron arreglarlos y donarlos a un orfanato cercano. Pasaron días y noches divirtiéndose en la casona, riendo sin parar y encontrando tesoros escondidos.

Pepito enseñó a Tomás algunos trucos de magia sencillos pero impresionantes, lo que le dio más confianza en sí mismo.

Un día, mientras buscaban en el ático de la casona, encontraron un mapa antiguo que mostraba la ubicación exacta de un circo abandonado en las afueras del pueblo. Decidieron ir a explorarlo juntos. Cuando llegaron al circo abandonado, descubrieron algo sorprendente: todos los payasos estaban tristes y desanimados porque ya nadie quería ver sus espectáculos.

Tomás recordó su miedo inicial a los payasos y decidió hacer algo para ayudarlos. Con la ayuda de Pepito Risitas, organizó una función especial para todo el pueblo.

El circo fue restaurado con amor y dedicación por Tomás y todos los payasos recuperaron su alegría al ver cómo las risas volvían a llenar el lugar. A partir de ese día, Tomás entendió que no todos los payasos eran malvados o espeluznantes.

Aprendió que el miedo puede ser superado y que la amistad y la risa son las mejores armas contra cualquier temor. Tomás se convirtió en un héroe en el pueblo y todos lo admiraban por su valentía y generosidad.

Pepito Risitas se convirtió en su mentor, enseñándole a siempre buscar la alegría en cada situación. Y así, Tomás vivió muchas aventuras más junto a Pepito Risitas, llevando risas y felicidad a dondequiera que fueran.

FIN.

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