El valiente niño del océano
Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le encantaba nadar en el mar. Todos los días, después de la escuela, Tomás corría hacia la playa con su traje de baño y su flotador favorito.
Un día, mientras nadaba entre los peces multicolores, Tomás notó algo que se movía rápidamente debajo de él. Asustado, levantó la cabeza y vio un tiburón acercándose velozmente. Tomás comenzó a nadar lo más rápido que pudo para escapar del peligro.
El tiburón estaba muy hambriento y no dejaba de perseguir a Tomás. El niño se sentía cada vez más cansado y asustado mientras el tiburón se acercaba cada vez más.
Justo cuando parecía que todo estaba perdido, apareció un grupo de peces amigos de Tomás. Eran unos peces muy inteligentes y valientes que habían presenciado toda la situación desde las profundidades del mar. -¡Tomás! ¡No te rindas! -le gritaron los peces-.
¡Nosotros te ayudaremos! Los peces rodearon al tiburón e hicieron todo lo posible por distraerlo para darle tiempo a Tomás para escapar. Nadaban en círculos alrededor del depredador mientras saltaban fuera del agua para confundirlo.
Tomás aprovechó esa oportunidad y comenzó a nadar aún más rápido hacia la orilla. Mientras avanzaba entre las olas, podía escuchar cómo los peces luchaban valientemente contra el tiburón detrás de él. Finalmente, logró llegar a salvo a la playa exhausto pero feliz.
Tomás se dio cuenta de lo afortunado que era por tener amigos tan leales y valientes como esos peces. Decidió regresar al mar para ayudar a sus amigos peces en cualquier momento que lo necesitaran.
Pasaron los días y Tomás pasaba horas jugando con ellos, explorando el mar y aprendiendo todo sobre la vida submarina. Un día, mientras nadaba junto a sus amigos peces, Tomás notó algo extraño en el agua.
Era una red de pesca abandonada que había quedado atrapada entre las rocas del fondo del mar. Los peces estaban atrapados en ella y no podían escapar. Tomás sabía que tenía que hacer algo para ayudarlos. Nadó hacia la superficie y buscó ayuda de los adultos en la playa.
Pronto, un grupo de voluntarios llegó con equipos de buceo para liberar a los peces atrapados. Todos trabajaron juntos para cortar las redes y liberar a los pobres peces asustados.
Una vez libres, los peces nadaron rápidamente hacia aguas más seguras. Después de ese día, Tomás se convirtió en un verdadero defensor del océano. Organizó eventos para limpiar la playa y educar a otros niños sobre la importancia de cuidar el medio ambiente marino.
Gracias a su valentía y determinación, Tomás logró salvar vidas tanto dentro como fuera del agua. Se convirtió en un héroe local e inspiró a otros niños a amar y proteger el océano tanto como él lo hacía.
Y así fue como Tomás descubrió su amor por el mar, aprendió importantes lecciones sobre amistad y valentía, y se convirtió en un defensor del océano para siempre.
FIN.