El valiente Pepito y el tiburón gigante
Había una vez en el océano un pez llamado Pepito, que vivía feliz junto a su familia en un arrecife de coral. Eran tiempos de paz y tranquilidad, donde todos los peces convivían en armonía.
Un día, mientras Pepito exploraba los alrededores del arrecife, vio algo aterrador: ¡un tiburón gigante nadando hacia su hogar! El miedo invadió su corazón cuando se dio cuenta de que el tiburón quería comerse a toda su familia.
Sin pensarlo dos veces, Pepito decidió enfrentarse al temible depredador para proteger a sus seres queridos. Nadando con valentía hacia el tiburón, le dijo:- ¡Alto ahí, señor Tiburón! No permitiré que hagas daño a mi familia.
El tiburón miró con desprecio al pequeño pez y respondió burlonamente:- ¿Y qué vas a hacer tú solo contra mí? Soy mucho más grande y fuerte que tú.
Pepito no se dejó intimidar por las palabras del tiburón y respondió con determinación:- Puede que seas más grande y fuerte, pero yo tengo el coraje y la voluntad para luchar por lo que amo. No te dejaré pasar. El tiburón soltó una risa malvada y se abalanzó sobre Pepito.
Sin embargo, el astuto pececillo logró esquivarlo ágilmente y nadar rápidamente entre las algas del arrecife para despistar al depredador. Mientras tanto, la familia de Pepito estaba asustada pero confiaba en él. Todos juntos idearon un plan para ayudar a su valiente hijo.
Decidieron que cada uno, desde diferentes lugares del arrecife, lanzaría piedras y almejas hacia el tiburón para distraerlo. Cuando Pepito vio que su familia estaba lista, salió de entre las algas y nadó velozmente hacia el tiburón.
Mientras se acercaba al enorme depredador, sus hermanos y hermanas lanzaron las piedras con todas sus fuerzas. El ruido de las piedras y almejas golpeando al agua confundió al tiburón y le hizo perder la concentración.
En ese momento, Pepito aprovechó para nadar rápidamente hacia la boca del tiburón y morderle la lengua. El dolor hizo que el tiburón soltara un grito desgarrador y abriera su enorme boca. En ese instante, los demás peces aprovecharon para escapar rápidamente hacia aguas más seguras.
Pepito nadó tan rápido como pudo hasta reunirse con su familia en un lugar seguro. Todos estaban muy orgullosos de él por su valentía y astucia. Desde aquel día, Pepito se convirtió en un héroe para todos los peces del océano.
Su historia se contaba una y otra vez en los arrecifes vecinos, inspirando a otros animales marinos a enfrentarse a sus miedos y proteger lo que más aman.
Y así fue como el coraje de un pequeño pez logró salvar a toda su familia de las fauces del temible tiburón. La historia nos enseña que no importa cuán grandes o fuertes sean nuestros problemas; si tenemos coraje, determinación y la ayuda de nuestros seres queridos, siempre podremos superarlos.
FIN.