El valiente rescate
Érase una vez en un hermoso jardín, vivía un ratón llamado Ratico. Ratico era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras emocionantes. Un día, mientras exploraba el jardín, vio a una pequeña lombris arrastrándose por el suelo.
Ratico se acercó rápidamente a la lombris y le dijo con entusiasmo: "¡Hola! Soy Ratico, ¿quién eres tú?". La lombris levantó su cabeza y respondió tímidamente: "Soy Lombricita, mucho gusto".
Desde ese momento, Ratico y Lombricita se convirtieron en los mejores amigos. Juntos recorrían el jardín saltando sobre piedras y hojas secas. Disfrutaban de cada segundo de diversión que pasaban juntos.
Un día soleado, mientras jugaban a las escondidas entre las flores, Ratico persiguió a Lombricita hasta llegar al camino de piedras donde caminaban los humanos.
Pero justo cuando Lombricita intentaba cruzar el camino, ocurrió algo terrible: ¡fue pisada por uno de los humanos! Lombricita quedó atrapada bajo el pie del humano y comenzó a gritar pidiendo ayuda. Ratico sintió un nudo en su estómago al ver a su amiga en peligro. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella para rescatarla.
Con todas sus fuerzas, Ratico empujó la pierna del humano hasta que finalmente logró liberar a Lombricita de debajo del zapato. Afortunadamente, Lombricita estaba herida pero aún podía moverse. "¡Gracias, Ratico! Me salvaste la vida", dijo Lombricita mientras se limpiaba las lágrimas. Ratico sonrió y respondió: "No tienes que agradecerme, Lombricita.
Los amigos siempre están ahí para ayudarse mutuamente". A partir de ese día, Ratico y Lombricita aprendieron una valiosa lección: la importancia de cuidar y proteger a los demás.
Juntos decidieron crear un plan para mantenerse seguros en el jardín y evitar situaciones peligrosas. Con el tiempo, su amistad se volvió más fuerte y ambos se convirtieron en héroes del jardín.
Ayudaban a otros animales pequeños a encontrar refugio seguro y enseñaban a los más jóvenes sobre los peligros que podían encontrar fuera del jardín. Y así fue como Ratico y Lombricita demostraron que incluso los seres más pequeños pueden hacer grandes cosas cuando trabajan juntos.
Su historia inspiró a todos en el jardín a valorar la amistad y cuidar unos de otros. Desde aquel día, el ratón persiguiendo a la lombris dejó de ser solo un juego divertido; ahora era una lección de vida sobre empatía, coraje y amistad verdadera.
Y cada vez que alguien veía al ratón correteando tras la lombris bajo el sol radiante del jardín, recordaba lo importante que es estar ahí para ayudarnos mutuamente sin importar nuestro tamaño o forma.
FIN.