El valiente soldado y la expedición franciscana
Había una vez un valiente soldado llamado Juan Pablo, quien había participado en la Gran Guerra del Chaco. A pesar de haber terminado su batalla, él sentía que aún tenía mucho por hacer para ayudar a los demás.
Un día, mientras reflexionaba sobre su próximo paso, se encontró con unos religiosos franciscanos que estaban organizando una expedición hacia tierras desconocidas.
Juan Pablo decidió unirse a ellos, ya que también era muy devoto de su fe católica y quería servir a Dios ayudando a quienes más lo necesitaban. La expedición fue llena de aventuras extremas: cruzaron ríos caudalosos, escalaron montañas altísimas y atravesaron densos bosques.
Pero Juan Pablo no se desanimaba, estaba emocionado por cada nuevo desafío que se presentaba ante él. Después de semanas de viaje, finalmente llegaron a un lugar hermoso y lleno de vida. Era un valle rodeado de montañas verdes y cristalinos ríos.
Los franciscanos decidieron quedarse allí para fundar un pueblo en el que pudieran vivir en armonía con la naturaleza y ayudar a quienes necesitaran su apoyo. Juan Pablo sintió en su corazón que este era el lugar donde debía quedarse también.
Se llamó al pueblo YRYBU KUA, que significa "lugar hermoso" en guaraní. Desde ese momento, Juan Pablo se convirtió en el protector del pueblo y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus habitantes. Trabajaba duro para construir casitas acogedoras y cultivaba alimentos para todos.
Además de eso, enseñaba a los niños del pueblo a leer y escribir, compartiendo con ellos su amor por la educación. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, Juan Pablo escuchó un ruido extraño.
Siguió el sonido y descubrió a una pequeña cría de oso atrapada en una trampa. Sin pensarlo dos veces, se acercó y liberó al osocito. El osocito, agradecido por su ayuda, comenzó a seguir a Juan Pablo por todas partes.
Juntos exploraron los rincones más hermosos del valle y se hicieron inseparables amigos. Con el tiempo, el pueblo de YRYBU KUA creció y se convirtió en un lugar próspero donde reinaba la paz y la solidaridad.
Todos los habitantes vivían felices gracias al esfuerzo de Juan Pablo y los franciscanos. La historia de Juan Pablo fue conocida en todo el país e inspiró a muchas personas a ser valientes, generosas y comprometidas con ayudar a los demás.
Y así, gracias al espíritu aventurero y bondadoso de Juan Pablo, YRYBU KUA se convirtió en un ejemplo de comunidad llena de amor y respeto hacia la naturaleza.
FIN.