El valiente viaje de Fresa


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Frutalandia, un niño llamado Fresa. Fresa era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, encontró una pelota roja brillante que había perdido alguien. Fresa decidió llevar la pelota a casa y jugar con ella en su jardín.

Pero mientras jugaba, la pelota rodó hacia la cocina y chocó contra unas ollas y sartenes que estaban sobre la mesa. - ¡Ay! ¡Cuidado con mis ollas! -exclamó Mamá Fresa al ver lo sucedido. - Lo siento mucho mamá, fue sin querer -se disculpó Fresa.

Mamá Fresa le explicó que debía tener cuidado con sus cosas y prestar atención a lo que hacía. Entonces, se dio cuenta de algo: no podía ver bien la distancia porque necesitaba gafas. - Creo que necesito ir al oftalmólogo para revisar mi vista -dijo Fresa preocupado.

Al día siguiente, Fresa fue al oftalmólogo y efectivamente le recetaron unas gafas para corregir su visión. Al principio le costaba acostumbrarse a usarlas, pero pronto descubrió lo útiles que eran para ver claramente todo a su alrededor.

Unos días después, Fresa decidió invitar a sus amigos del pueblo a jugar fútbol en el parque. Todos estaban emocionados por la idea, pero cuando llegaron al lugar se dieron cuenta de que no tenían una pelota para jugar.

- ¿Y ahora qué hacemos? Sin pelota no podemos jugar -dijo Trufa, la amiga de Fresa. Fue entonces cuando Fresa recordó la pelota roja brillante que había encontrado días atrás. Corrió hasta su casa, tomó la pelota y regresó al parque junto a sus amigos.

Comenzaron a jugar un emocionante partido de fútbol y todos se divirtieron muchísimo. Al finalizar el partido, los amigos de Fresa le dijeron lo contentos que estaban por haber jugado juntos gracias a él. - Gracias por invitarnos a jugar, Fresa.

¡Eres un gran amigo! -expresaron todos en coro. Fresa sonrió feliz sabiendo que había logrado reunir a sus amigos gracias a su ingenio y valentía para enfrentar los obstáculos como conseguir las gafas para mejorar su visión.

Desde ese día, cada vez que jugaban juntos recordaban esa divertida historia como un ejemplo de cómo trabajar en equipo puede superar cualquier desafío.

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