El valiente viaje de Juan Luis al médico
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina un joven llamado Juan Luis. Era un chico aventurero, lleno de energía, que disfrutaba de jugar al fútbol con sus amigos. Sin embargo, había algo que le causaba mucha preocupación: el temor de ir al médico. Desde que era muy pequeño, Juan Luis había escuchado historias sobre visitas al consultorio que lo hacían sentir nervioso.
Un día, mientras jugaba en el parque, Juan Luis empezó a sentir un fuerte dolor en su estómago. Sus amigos, que estaban cerca, se dieron cuenta.
"Che, Juan, ¿estás bien? Te veo medio pálido" - le dijo su amiga Clara.
"No sé, creo que me duele la panza..." - respondió Juan Luis con un susurro.
Clara miró a Juan Luis con preocupación.
"¿Por qué no vas al médico? Dicen que es mejor hacerse revisar, más vale prevenir que curar" - sugirió.
Pero Juan Luis se sentía nervioso.
"No quiero, me da miedo. Puede que me tenga que hacer un montón de pruebas y a lo mejor me pinchan, y no quiero eso" - contestó, con la voz temblorosa.
Clara pensó un momento.
"¿Sabés qué? Te voy a contar una historia. Mi hermano también tenía miedo de ir al médico. Un día, tuvo un dolor muy feo y su mamá le dijo que tenía que ir. Al principio, él no quería, pero después se dio cuenta que, si no iba, el dolor iba a seguir" - relató Clara.
Juan Luis escuchaba con atención.
"¿Y qué pasó después?" - preguntó.
"Fue al médico, y ahí descubrieron que solo necesitaba descansar un poco y tomar un jarabe. No fue nada grave, y desde entonces, ya no tiene miedo. De hecho, dice que el médico es buena onda y lo ayudó mucho" - explicó Clara.
Las palabras de Clara resonaron en la mente de Juan Luis. Se dio cuenta de que su miedo no tenía sentido. Además, había algo más importante en juego: su salud. Su estómago seguía doliendo y le preocupaba que pudiera ser algo serio.
"Tenés razón, Clara. Quizás es hora de ser valiente y hacer lo que tengo que hacer" - dijo finalmente, sintiéndose un poco más decidido.
Con el apoyo de Clara, Juan Luis decidió que iría al médico. El viaje hasta el consultorio fue largo, pero no estaba solo. Clara lo acompañó, dándole ánimo. Una vez que llegaron, Juan Luis vio que otros niños estaban ahí. Algunos jugaban, otros leían un cuento, y eso lo hizo sentirse un poco mejor.
"Mirá, no son tan malos, ¿viste?" - le dijo Clara al notar que Juan Luis aún estaba nervioso.
Finalmente, llegó su turno. Juan Luis se sentó frente al médico.
"Hola, Juan Luis. ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó el médico con una sonrisa amable.
"Hola... me duele la panza" - respondió Juan Luis mientras miraba al suelo.
"No te preocupes, voy a chequearte y a ver qué pasa. Puede que solo necesites un poco de descanso" - contestó el médico.
Juan Luis respiró hondo y se permitió confiar. El médico examinó a Juan Luis con calma y lo tranquilizó, explicándole cada paso que iba a hacer. Al final, no fue tan terrible como pensaba.
"Ves, no era tan complicado, ¿no?" - le dijo Clara cuando salieron del consultorio.
"Tenías razón, Clara. No debería haber tenido tanto miedo. ¡Ahora me siento más tranquilo!" - exclamó Juan Luis, ahora con una gran sonrisa.
Desde ese día, Juan Luis aprendió que a veces el miedo puede pararnos, pero ser valiente y enfrentar nuestros temores puede llevarnos a experiencias inesperadas y positivas. Aunque el camino no siempre sea fácil, tener a alguien que te respalde siempre marca la diferencia.
Y así, Juan Luis siguió disfrutando de sus aventuras, pero ahora también era un joven que sabía que cuidar su salud era fundamental. Y siempre que sentía que algo no estaba bien, recordaba que el médico podía ser un gran aliado. ¡Y nunca volvió a temerle a esa consulta!
FIN.