El valiente viaje de Juan y los Monstrudivertidos
Había una vez, en un lugar perdido entre las montañas de Argentina, un niño llamado Juan. Desde que era muy pequeño, Juan tenía miedo de todo.
Le temía a los perros, a la oscuridad e incluso a su propia sombra. Vivía encerrado en su habitación, sin atreverse a salir y explorar el mundo exterior. Un día soleado y primaveral, mientras Juan estaba jugando con sus muñecos en su cuarto, algo inesperado ocurrió.
De repente, se escuchó un ruido extraño proveniente del armario. Con mucho temor pero también curiosidad, Juan abrió la puerta y para su sorpresa ¡se encontró con unos monstruos gigantes! Los monstruos tenían colores brillantes y formas extravagantes.
Había uno verde con antenas largas como espaguetis, otro azul con ocho patas peludas y uno amarillo con dientes puntiagudos que parecían cucharitas de helado.
Pero lo más sorprendente de todo es que estos monstruos no le causaban miedo a Juan; por el contrario, le provocaban risa. - ¡Hola! ¿Quién eres tú? - preguntó el monstruo verde con voz chillona. - Soy Juan - respondió el niño riendo-.
¿Y ustedes quiénes son? - Nosotros somos los Monstrudivertidos - dijo el monstruo amarillo mientras hacía malabares con sus propias orejas. - Venimos desde Monsterlandia para ayudarte a superar tus miedos - agregó el monstruo azul haciendo piruetas en el aire. Juan no podía creer lo que estaba pasando.
En lugar de asustarse, se sentía emocionado y lleno de alegría por la visita de estos monstruos tan peculiares. Decidió que era hora de enfrentar sus miedos y dejar atrás su vida encerrada.
Con los Monstrudivertidos a su lado, Juan empezó a explorar el mundo exterior. Juntos fueron al parque y jugaron en los columpios sin que Juan sintiera temor alguno. Luego, visitaron una granja donde alimentaron a las vacas y acariciaron a los conejitos sin ningún rastro de miedo.
Poco a poco, Juan fue perdiendo todos sus miedos gracias a la compañía y enseñanzas de los Monstrudivertidos.
Le mostraron que la oscuridad no era más que una oportunidad para descansar, que los perros solo querían jugar y que su sombra siempre estaría ahí protegiéndolo. Un día, mientras estaban jugando en el lago cercano, un patito se acercó nadando hacia ellos con cara triste. El patito les contó que estaba perdido y no sabía cómo regresar con su familia.
Los Monstrudivertidos decidieron ayudarlo. Juan recordó lo valiente que había sido al enfrentar sus propios miedos y decidió guiar al patito hasta su hogar.
Juntos emprendieron un viaje lleno de aventuras por bosques oscuros, montañas altas e incluso cruzaron un puente colgante muy inestable. Al final del camino, encontraron un hermoso lago rodeado de flores silvestres donde vivían los padres del patito esperándolo ansiosamente.
El patito y sus padres estaban tan agradecidos que organizaron una gran fiesta para celebrar la valentía de Juan y su amistad con los Monstrudivertidos. Desde aquel día, Juan dejó atrás todos sus miedos y se convirtió en un niño intrépido y aventurero.
Los Monstrudivertidos regresaron a Monsterlandia sabiendo que habían cumplido su misión de ayudar a un niño valiente a superar sus temores. Y así, gracias a la risa y el coraje, Juan aprendió que no hay nada más poderoso que enfrentarse a los miedos con una sonrisa en el rostro.
Desde entonces, vivió felizmente explorando el mundo junto a sus nuevos amigos monstruosos.
FIN.